miarroba
Nathan

Estaba acostumbrado a no verla todos los días. Quizás por eso de que no vivían en la misma ciudad. Pero desde el día que se conocieron ella se convirtió para el , en una de las personas mas importantes de su vida. Normalmente solían tener mucho mas contacto, hablaban y se contaban sus cosas, especialmente ella a el, y Nathan la escuchaba con gusto, y la ayudaba si podía, y si no... lo intentaba. Le gustaba verla feliz, hacerla reír, y que ella le dijese que no podía vivir sin el. Llegados a ese punto, a el le entraban demasiadas ganas de besarla, y de decirle todo, absolutamente todo lo que sentía, pero entonces recordaba, que los besos de ella no eran para el, y que nunca lo serian, ella estaba con Beppo, muy feliz de echo, y el se alegraba, por fin encontraba un chico que no fuera un gamberro, y que la cuidaba como a el le gustaría hacerlo, pero bueno, se conformaba con que Abbie fuera feliz, a pesar de que el no estuviese en su vida directamente. Aquella mañana cuando se despertó, se acordó de ella especialmente, hacia mucho que no hablaban, hacia mucho que no sabia nada de Abbie. Y sin pensarlo, se sintió mal, demasiado mal.¿Y si no estaba bien?¿Y si en este tiempo su vida había cambiado?¿Y si se ha olvidado de mi? No, eso es imposible, Abbie me quiere, me quiere muchísimo, es imposible que se olvide de mi, es imposible que si la llamo no quiera saber nada de mi, y espero que también sea imposible que no este bien. Beppo la cuidaba mucho, seguro que esta completamente feliz. Y este ultimo pensamiento le quitaron un poco las ganas de llamarla, ya estaba un poco arto de esa situación, de ser su amigo, su amigo de verdad. ¿Y que pasaba con el?.A ella no parecía importarle lo mas mínimo lo que el sintiera. Entonces... se acordó de aquello que ella le escribió una vez. A su parecer Abbie redactaba lo que sentía bastante bien, se le daba de maravilla escribir. O al menos esa era su opinión.

[...]

003
[...]

Enviado.
Bien, ya solo tengo que esperar a que me conteste, o a que me sorprenda con la tableta de chocolate. Gio es así. Sigue mirando sus paginas favoritas de Internet, no tiene nada nuevo, ni si quiera en su pagina donde cada noche escribe como se siente, normalmente sus amigas lo leen todos los días, y le dejan algún que otro comentario suplicándole que vuelva. Abbie sonríe al recordar a sus amigas.
Vuelve a mirar el reloj. 9 menos cuarto.
Se levanta de la silla, y antes de llegar a la ducha ya esta desnuda, le gusta sentirse libre a su manera. Enciende el grifo. Primero, agua demasiado caliente para el gusto de cualquier personas, se enjabona bien todas las partes de su cuerpo, disfruta del olor a chocolate de su gel, y gira a 180 grados el nivel del grifo, agua helada. Abbie es así, le gustan los cambios bruscos. Sale del baño, se lía una toalla y se sienta en su cama frente al ropero. Ve su vestido blanco, aquel que le regalo Beppo, su ex novio, ese vestido que tanto le gusta, ese vestido mágico, que siempre que se lo pone pasan cosas bonitas, ese vestido que lleva siempre en su maleta vaya a donde vaya, aunque vaya a Paris, en pleno Enero, y con todo el frío. Coge sus leotardos marrón chocolate, sus botas altas, su vestido beige liso y su chaqueta de invierno, aun no se le ha secado el pelo, pero no le importa, total su madre no está para advertirle de que probablemente coja un resfriado, ella ya lo sabe, y sale a la calle, con intención de llegar a la torre, a esa torre que tanto le gusta, a esa maravilla que la enamora, ya lleva dos meses en Paris, sentándose en el césped frente a la torre comiendo queso. A pesar del frío, a cierta hora, sale un poco el sol, y esos rallos la hacen completamente feliz. Va andando por las calles de Paris, todas tan bonitas y acogedoras, y sin darse cuenta ha cruzado el puente y ya esta debajo, justamente debajo de la torre eiffel.

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001
[...]

Cuando se lo contó a sus padres, tampoco pudieron decirle que no, preferían que conociese el mundo, aunque fuera sola, antes de que su hija dedicase un año a hacer nada, preferían que aprendiese, que aprendiese idiomas, cultura, formas de vida, que aprendiese a vivir como una adulta, al fin y al cabo, entrar en la universidad este año le había resultado imposible, sacó el curso y selectividad, pero su nota no fue suficiente, ¿cómo iba a serlo?, si se habia dedicado todo el año a estar con ese novio suyo que le quitaba todo el tiempo de estudio, que le quitaba todo el tiempo de echo, ella solo tenia ojos para el, y al final...¿para qué? Para nada, para que el se fuera con otra la noche de fin de curso, bueno para eso y para que su hija al final decidiera irse de casa, irse de casa para viajar.
Abbie acabada de levantar mira el reloj. Las 8.
Aún es demasiado temprano para salir, demasiado temprano para llamar a sus padres, incluso demasiado temprano para mandarle un mensaje a Steele, su hermano mayor. Pero, no es demasiado temprano para mandarle un e-mail a Giolla, una de cuatro. Una de sus mejores amigas.
Abbie se levanta corriendo de su cama y enciende su portatil.Aparece la pantalla de Bienvenido y le pide la contraseña: "Paris09".Entra directamente en hotmail, y empieza a escribir.

"¡Gio! Me acabo de despertar, y me preguntaba...si podrías mandarme una tableta de chocolate, de esas que tu compras, por correo urgente, si lo haces así, quizás me llegue mañana o pasado. Tu sabes, las tierras francesas no tienen esa delicia que solo tu sabes encontrar. Jajajaja, ¡es broma! Simplemente, te echo de menos.
Abbie"

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Capitulo 1

Abbie

Las echo de menos. Fue lo ultimo que pensó antes de irse a dormir. Le gustaba donde estaba, le gustaba su habitación y le gustaba aprender idiomas, aunque el francés no fuera precisamente de su agrado. Cuando decidió irse a Paris, sus amigas la apoyaron y estuvieron animándola a que siguiera con su proyecto de conocer el mundo. Abbie siempre comenzaba sus viajes sola, no quería que nadie la acompañase nunca, de ninguna manera, lo tenía clarísimo, pero eso no descartaba la opción de echar de menos a su familia, a sus amigas. Pero tenia que aceptar que hasta ahora, París, era uno de los mejores sitios donde había estado, y que no se le hacia tan difícil estar sin la gente que mas quería, o mejor dicho, no se le hacia demasiado difícil. Durante el tiempo que llevaba allí, no había conocido mucha gente, al contrario que en Londres, Dublín, o Glasgow. Y no porque no hubiese tenido ocasión, si no porque otra despedida más, otra como las anteriores, la llevarían a escribir un libro triste, también lleno de gente de todos los lugares, pero triste, y tampoco quería eso, ya echaba demasiado de menos a sus amigas, a sus amigas con las que había crecido, a sus amigas de toda la vida, de toda su vida, como para seguir despidiéndose cada mes de la gente que conocía en los diferentes lugares que visitaba. Pero bueno, todos sus viajes tenían un fin, escribir un libro, un libro cuya protagonista contase su historia, la historia de una adolescente que decidió dar la vuelta al mundo para escribir, para escribir algo que mereciese la pena, o al menos que ella pensase que merecía la pena.
[...]

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Hoy...

puede que algo merezca la pena(L)

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Acerca deFoto de 1Marzo

1Marzo

Mujer, 33 años

España

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