CHUPACABRAS 1973 cap 3

Guillermo recuerda las historias sobre el sector Quetena, cercano a Calama. Este lugar sirve como guarida, en las cuevas y recovecos existentes en los cerros, a este engendro del mandinga. Incluso se reportan hallazgos de esqueletos de dinosaurios en ese sector, designado por el mismo diablo, como cuna del Chupacabras. Muchos están convencidos que es mascota del maligno, creada en recintos con tecnología extraterrestre y tiene como propósito, atrapar las almas de quienes tienen la osadía, por curiosidad e inclinación pecaminosa, ver el perverso resplandor de sus ojos o pestífera presencia. Utiliza con fines desconocidos, la sangre de sus víctimas. Muchas veces del ganado muerto inexplicablemente, los parceleros encuentran cercenados, lenguas, ojos, vísceras y órganos genitales de llamas, guanacos, ovejas y vacas. Sin una gota de sangre derramada.

El chupacabras en la historia de la humanidad, data del año 400 antes de Cristo. Se cree, que forma parte del círculo del Gigante de Atacama y los designios de sus mal llamados geoglifos. Su rastro milenario está presente en el desierto en las cercanías de la localidad de Ariquilda al interior de Iquique y Cerros Pintados en Chile. Es el mejor ejemplo que es real su presencia y aún hoy, vive entre nosotros.
En las Colinas de Chiza, en el desierto de Atacama, las marcas de piedras oscuras de diversa formas y tamaños, forman mensajes, los cuales, muchos de ellos, sólo pueden ser vistos desde las alturas, desde los cielos, de donde proviene esta bestia. Los visitantes usan estas marcas milenarias, para orientarse y ubicar minerales, agua y rebaños de camélidos para este ente macabro que domina Calama, Iquique, Arica, Tacna y toda la región interior desde el Perú hasta La Serena. Existen quinientos geoglifos aproximadamente en Chung-Chung, ubicados a 70 kilómetros al noreste de María Elena, que acusan esta actividad extraterrestre ligada al chupacabras. Es el tercer sitio más grande del mundo de estas marcas, utilizadas por seres de otros mundos, señales presentes en antiguas rutas de caravanas entre Calama y Quillagua, las cuales son testigos mudos de una verdad que estoy relatando.

La arqueología, antropología, teología y creencias de seres extraterrestres, se unen en esos lugares, para presentarnos una realidad que muchas veces despreciamos por su inventiva fantástica. No por ello menos cierta. Hoy estas marcas siguen siendo útiles para ovnis que constantemente vemos en nuestra región.

El Chupacabras, perteneciente al linaje de aquellos individuos híbridos que vivieron en el antiguo Egipto y que dejaban ver sus cuerpos humanos con cabezas de caballo, lobo y león. O la hechura de una águila o toro, con cabeza de persona. Estos dioses en aquella época, desde las estrellas, en hermosas luces azules y blancas, inspiraban, ordenaban, ilustraban a sus seguidores. Esa misma luz ahora, deja libre a este semidios que vaga por nuestro desierto sin ley alguna, pues, es superior a todo designio genético en este planeta.

Nosotros los humanos, somos desechables, finitos, ante su inmortal figura. Para el Chupacabras, somos incompletos, un producto mal oliente, forjados de un sucio polvo y agua contaminada, provocando una moral relativa a nuestros intereses, proclives a la iniquidad, por ende, lascivos, repugnantes en nuestro proceder y ética, viles, mezquinos, hedonistas y codiciosos. Un egotismo que enmarca nuestra sociedad humana por siempre. Matamos nuestro linaje, somos depredadores de la naturaleza y la envenenamos con nuestra existencia, sólo por obtener más poder económico y político. Para el chupacabras, no merecemos vivir ni perfeccionar nuestro espíritu y alma. Somos alimento para esta casta celestial, que sin juicio alguno ya determinó nuestro lugar en la escala universal: la más baja, la más servil, la que mantiene la base del esquema universal. Nuestro cuerpo es un envase, lo crucial es obtener nuestra sangre y la obtiene sin violencia, hipnotizándonos, sin dolor y ausencia total de conciencia.