var isMobileBrowser=false;
EXISTE ESE ESPACIO
Existe un espacio llamado Paz.. donde la oscuridad no tiene cabida, donde la fragancia de las flores se percibe con toda su intensidad, y la claridad de la luz son destellos de colores. Un precioso lugar donde la energía se vuelve amor y la esperanza se llama renacer. Espacio al que sólo ellos pueden aspirar, donde las más elevadas almas residen para ofrecer su amor..Existe la inmensidad de la luz al final de sus vidas.. permaneciendo intacto su generoso amor ..para envolvernos de su Paz. Un espacio que habitan todos los ángelitos que dejaron su estancia en esta tierra. En memoria a todos los niños, nuestros ángeles
Va cayendo lentamente la tarde
y el sol indolente,
lanza sus débiles rayos a través
de los árboles del bosque,
dando un color rojizo a las hojas
que se mecen al compás del viento.
La noche tímidamente empieza a hacer
su aparición y el encargado de encenderlas
estrellas, ha empezado ya
con su cotidiano trabajo.
Toma una nube en la mano
y con ella les va sacando brillo
una por una.
Las quiere. Las mima.
Y ellas con un guiño
le agradecen su esmero.
¡Son tan coquetas!
Mientras, allá abajo,
en aquel claro del bosque,
la luna ilumina al viejo árbol
que extiende perezosamente sus ramas,
mientras abre la boca en un bostezo,
para a continuación exhalar un suspiro
Es noche de luna llena.
Noche de ritual.
Noche de ceremonias.
Noche de hadas.
Se acerca el momento.
La noche se llena de suaves sonidos
que acarician el alma.
Todo es paz. Todo es calma.
Rumor suave de alas se oyen en el aire.
pequeñas luces van bajando.
Distintos colores que van iluminando
el claro del bosque y toman forma humana
La última en llegar,
la que trae el color verde,
verde como el mar.
El viejo árbol bosteza.
Paz.
Si la angustia te puede,
si la pena te ahoga..
llora, grita,
exterioriza tu dolor..
pero Nunca te rindas.
Levanta tu mirada,
respira hondo..
piensa en ti amigo..
lucha..
busca ayuda..
pero nunca te rindas..
y verás la luz salir de tu interior..
Nunca te rindas amigo
El hada más hermosa ha sonreído
al ver la lumbre de una estrella pálida,
que en hilo suave, blanco y silencioso
se enrosca al huso de su rubia hermana
Y vuelve a sonreír porque en su rueca
el hilo de los campos se enmaraña.
Tras la tenue cortina de la alcoba
está el jardín envuelto en luz dorada.
La cuna, casi en sombra. El niño duerme.
Dos hadas laboriosas lo acompañan,
hilando de los sueños los sutiles
copos en ruecas de marfil y plata
Ah ! ¡ Las hadas !, tan tiernas y graciosas,
que de niños veíamos a todas horas.
Entonces deseábamos poderlas tocar
y también lo imposible : junto a ellas volar.
Pero los años han pasado, hemos crecido,
y en adultos fríos nos hemos convertido.
Ya no vemos, ni despiertos ni en nuestros sueños,
los seres en los que creíamos de pequeños.
Y a pesar de todo, cada mañana sin faltar,
las mimosas hadas nos vienen a despertar.
El sueño cansino que alejamos de los ojos
lo guardan ellas en lindos tazones rojos.
Y sin desesperar, se sientan y esperan
a que digamos las palabras que tanto anhelan:
" ¡ Creo en las hadas ! " ¡ Dilo alto y claro !
Vamos, amiga, no tengas reparo.
Cada vez que lo pronuncies conseguirás
que sobreviva una delicada hada más.
Si dices: " ¡ No creo en las hadas ! ", en cambio,
un hada morirá sin poder remediarlo