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Que tu magia toque mis dedos
que nunca se apague tu luz
que tu belleza inunda el mundo
linda hada del amor
Escucho tu cristalina voz
que me transporta a un mundo de ilusión
quiero seguir soñando contigo
que tu alas me eleven
arrullando mi corazón
Dejame acercarme a ti
sentir en mi alma tu calor
y dejame recorrer
tus brillantes noches
de luna al anochecer
Se que puedes oírme
elevare el sonido de mi voz
y en la lejanía de tu mirada
chillare tu nombre
linda Hada del Amor
EL HADA DEL BOSQUE
¿Donde estará mi hada?
¿Estará acaso escondida en un rayo de luna
Su canto es el aroma de amanecer,
su canto es rocío nocturno,
esperando al nuevo día
La noche reposa,
descansa en prados silvestres,
mientras pequeñas luciérnagas,
son transformadas en farol.
Hace su entrada de gala,
su hermana el hada de la madrugada,
va pintando rocíos en las hojas,
y lagrimas de cristal,
en los pétalos de las flores.
¿Has visto al hada del bosque le pregunto?
la he visto, me responde,
está allá en el río,
donde se hace presente la luna de plata.
Fui a su encuentro,
y la hallé danzando,
junto a unicornio blanco,
es el hada del bosque,
la custodian los elfos,
y duendecitos del bosque.
Es como si ese corazón
hubiera captado el vuelo tímido
de mis antiguos sueños,
abandonados a su suerte
en el velo del olvido
y condenados a convertirse
en polvo de estrellas,
tan escondidos,
que ya habían dejado de existir.
Pero una estrella poderosa y bondadosa
los reconoció
y decidió reavivarlos con su luz benevolente,
y por eso ahora renacen
en el sol de mi horizonte.
La tumba y la rosa
La tumba dijo a la rosa: -¿Dime qué haces, flor preciosa,
lo que llora el alba en ti?
La rosa dijo a la tumba:
-de cuanto en ti se derrumba,
sima horrenda, ¿qué haces, di?
Y la rosa: -¡Tumba oscura
de cada lágrima pura
yo un perfume hago veloz.
Y la tumba: -¡Rosa ciega!
De cada alma que me llega yo hago un ángel para Dios.
Un hada posa una estrella sobre mí
que derrama dulcemente su estela de paz
y abre las puertas de mi alma
de tal modo que me embebo de felicidad
por el simple hecho
de sentir el entusiasmo de reavivar mi propia luz
en el fluir de mi existencia,
de percibir mi ser interno,
vital y pleno,
como una rosa abrazada por el rocío
y besada por el frescor de la mañana,
que se abre al nuevo día que la acoge
en el silencio de la magia y la fantasía
del mundo que la recibe.