Hoy os presento a esta "perla", leer bien el articulo publicado ayer por el diario EL MUNDO, hasta que punto llega la "gente"(no digo lo que se merece) para conseguir algo, aprovechándose de las desgracias de los demás, y prefiero no decir mas sobre esta "señora", porque si no censuran la pagina, manda narices...

UNA FALSA VICTIMA VIVE DEL ENGAÑO DESDE 2004

Lorena Candelario, que ni viajaba en los trenes ni fue herida, ha recibido miles de euros, la nacionalidad española, una vivienda pública y una condecoración.

Una mujer que nunca estuvo en los trenes del 11-M lleva seis años viviendo a costa de las ayudas reservadas a las víctimas de la matanza. En este tiempo, Lorena Candelario ha recibido la nacionalidad española, un piso de titularidad pública, decenas de miles de euros y la Real Encomienda que reconoce a los afectados por terrorismo. La Audiencia Nacional descubrió en 2006 que mentía y fue imputada por simulación de delito, pero ella siguió reclamando -y consiguiendo- esas prebendas.
EL MUNDO ha hablado con distintas personas de su entorno familiar y social que señalan que Lorena, de origen ecuatoriano, «sólo pretendía sacarle un dinerito al Estado».
Interior ha puesto el caso en manos de la Abogacía del Estado para intentar recuperar las cantidades que considera defraudadas al erario público. Fuentes de ese Ministerio están convencidas de que se trata de una falsa víctima y añadieron que impugnarán otros 33 reconocimientos, aunque matizaron que ninguno de ellos es tan escandaloso.
Lorena trabajaba el 11 de marzo de 2004 para la empresa Asispa, destinada a la asistencia domiciliaria de enfermos en Barajas. Aquella tarde, acudió con absoluta normalidad a su puesto, según la propia compañía. El registro del ambulatorio de esa localidad madrileña, en la otra punta de los lugares donde sucedieron los atentados, confirma que fue atendida a las 18.40 horas, 11 después de la matanza.
Una vez allí, dijo que viajaba en uno de los trenes, que le dolía el hombro y que tenía temblores. Fuentes sanitarias aseguran que los médicos que la atendieron no encontraron ninguna lesión, ni siquiera dolor en los oídos. No tenía nada.
Pero Lorena no cejó: al día siguiente, acudió a una de las capitales del horror del 11-M, el hospital de La Paz. Incurrió en su primera contradicción: ya no afirmó que viajaba en el tren, sino que se encontraba en uno de los andenes. Y que le dolía la barriga. Pero, con el personal médico muy sensibilizado, relató angustias y pesadillas y obtuvo el premio que buscaba. Un diagnóstico. Reacción aguda al estrés. Sólo eso, pero fue un gran éxito, porque le abrió las puertas a los tribunales médicos del 11-M.
En julio de 2004, la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) la derivó a la Fundación, que, con el visto bueno de Interior, le pagó una primera ayuda de 1.000 euros en concepto de manutención y vivienda. Y ya no paró. Un mes después, recibió otros 3.040 euros. En septiembre, el Consorcio de Compensación de Seguros le abonó 4.201 euros. Entre otros conceptos, porque aseguró que había perdido su abrigo y otros enseres en el tren.
UN SUELDO.
El Ministerio del Interior la reconoció oficialmente como víctima por «trastorno de ansiedad cronificado» en noviembre de 2004 -lo que le sirvió para adquirir la nacionalidad española- y le entregó otros 3.000 euros. Ese año y el siguiente, hubo muchas más ayudas similares. Y la Seguridad Social le pagó una pensión por incapacidad temporal durante año y medio. En 2006, percibió un sueldo de 900 euros al mes durante nueve meses de la Asociación de Ayuda a las Víctimas. Al mismo tiempo, seguía trabajando.
Su suerte comenzó a cambiar. Según fuentes jurídicas, en la Audiencia no fue capaz de precisar ni en cuál de los trenes viajaba, ni de dónde venía. Afirmó que sufrió quemaduras en todo el cuerpo -lesiones que no observó ningún médico-, que la sangre de las otras víctimas le salpicó la cara y que un taxista salvador la rescató y la llevó a Barajas. No había manera de creérselo. Quedó fuera de la sentencia e imputada por simulación de delito.
Pese a los indicios, ese procedimiento se sobreseyó provisionalmente en octubre de 2007. Su abogada tuvo la habilidad de presentar un enorme acopio de dictámenes médicos que acreditaban una multitud de dolencias subjetivas o de naturaleza somática: tiene el tímpano intacto, pero no oye; no tiene ninguna lesión objetiva en la pierna, pero le duele muchísimo...
Lorena fue acogida por la Asociación 11-M Afectados de Terrorismo, que preside Pilar Manjón. Desde entonces hasta hace cuatro meses, siguió recibiendo ayudas mensuales de entre 400 y 1.000 euros, procedentes de las subvenciones del Ministerio del Interior. Además, según explicaron fuentes de esa asociación, percibía una cantidad similar para pagarse un psicólogo, que luego debía justificar. No siempre lo hacía: en mayo de 2009, por ejemplo, denunció que le habían robado 2.000 euros destinados a ese fin. Por fin, en noviembre de ese año, el Ministerio del Interior y las asociaciones de víctimas, convencidos de estar sufriendo un engaño, detuvieron las ayudas.
Pero había más. En 2008, Lorena Candelario había solicitado a la Comunidad de Madrid una vivienda de titularidad pública en régimen de alquiler. Obtuvo un apartamento en Vallecas de 90 metros cuadrados por menos de 200 euros al mes.
Según señalaron fuentes del Instituto de la Vivienda, en el concurso se le valoraron las lesiones que ella aseguraba haber sufrido en el atentado y una supuesta condición de víctima de violencia de género. Había denunciado a su ex pareja, que permaneció dos años imputado.
Esa causa se archivó y se transformó en un procedimiento contra Lorena por denuncia falsa, que está pendiente de juicio. Lo peculiar es que quien la acusa es la Fiscalía, lo que ocurre en uno de cada 20.000 casos de violencia de género y sólo cuando el fiscal está algo más que convencido de que la mujer miente. Lo que alega su ex pareja, según confirmaron fuentes jurídicas, es que ella le represalió, precisamente, por no testificar a su favor en el 11-M. Por negarse a afirmar que ella había estado en los trenes.
El fraude del piso es aún mayor porque Lorena Candelario ocultó que ya era propietaria de una vivienda, según puede constatarse en el Registro de la Propiedad. La ley prohíbe en estos casos, por razones evidentes, el acceso a un inmueble de titularidad pública. A día de hoy, ella sigue viviendo en este último y alquila el suyo a una familia por 1.150 euros al mes. Sumada esta cifra a la ayuda mensual que recibía, no es extraño que Lorena Candelario dejase de trabajar. Seis años engañando a todo el mundo dan para vivir muy bien.
Fuente: El Mundo.

OTROS CASOS.
Las grandes masacres parecen ser el escenario perfecto para enorme fraudes. Alicia Esteve, o Tania Head -como se hacía llamar-, era una de las ’supervivientes’ del 11-S que mejor narraba sus vivencias en el atentado. Llegó a ser la presidenta de la Red de Supervivientes del World Trade Center hasta que el The New York Times logró desenmascararla en septiembre de 2007.
Enric Marco estuvo 30 años contando su dramático pasado como víctima del nazismo en el campo de concentración de Flossenburg. Tres décadas después y tras presidir la asosiación Amical de Mauthausen, declaró que inventó este relato porque “así la gente le escuchaba más y su trabajo divulgativo era más eficaz”. Ocurrió en 2005.

Fuente: Factual.es (Diario Digital Libre)