var isMobileBrowser=false;
Libero mi beso preso,
que angustioso necesita entregarse,
acumulaba sensaciones níveas y ufanas,
donde el ocaso se quedó impreso.
Sucede que te amo con vehemencia,
con apasionamiento,
es tanto el amor que tiene vida,
tiene muerte y luego resurrección,
es amor del alma,
amor del corazón.
Ahí queda en ti,
escrito sobre tus tiernos labios,
la llama de mi sentir,
el fuego que se niega a extinguir.
Entre la tierra y el cielo
te venero,
te esculpo en mi mente
figurando una hoguera,
la tierra no espera y el cielo
nos regala esa lluvia nueva,
lluvia que envuelve, que empapa
y que da vida entera
apagando la sed insaciable
de beber tu cuerpo
y renacer en tu piel.