Cuando te conocí sentí que me perdía
en el jardín florido del alma de tu ser…
En tu mirada buena, se cobijó mi sueño
sabiéndote el ángel de todo este querer…

Y construí castillos, danzando entre tus cielos,
sin miedo y libremente, mi corazón mezclé
al fuego de tu boca,
al roce de tu cuerpo,
al brillo de tus ojos,
al mar de tu pasión…

Aquí donde no existen los muros, yo te tengo…
Aquí, donde el silencio, anuncia el esplendor,
diviso tiernamente, las huellas que dejaran
las noches en que fuimos hoguera y canción…

Tomada de tu mano, camino nuevamente.
Los pasos más seguros, se afirman al saber,
que somos constructores de un nuevo camino
con armas que protegen el Reino del querer…

Me quedo en este abrazo, metiéndome en tu pecho
y poso en este beso la gratitud también…
Porque eres el motivo, que enciende los deseos
de mirar mi presente, proyectándome bien…

Esta mujer que sueña, es obra de tu tiempo,
producto del encuentro que nos hizo entender
que vale abrir los ojos al más bello milagro
y compartir la vida saciándonos la sed…