Ojeando una publicación de los Misioneros Combonianos, me recuerda que estamos dentro del Decenio de los Afrodescendientes (2015-2024), que fue declarado por Naciones Unidas y que se centra en la protección de los derechos de las personas de ascendencia africana, reconociendo sus aportaciones y la preservación de su rico patrimonio cultural. Según la ONU, "los afrodescendientes de todo el mundo, ya sean descendientes de la trata transatlántica de esclavos o migrantes más recientes, constituyen algunos de los grupos más pobres y marginados". 

Los afrodescendientes en el continente americano superan los 200 millones, además de otros muchos millones que viven en otras partes del mundo, fuera de África. Los países con mayor proporción son Haití (95%) Venezuela (55%) y Brasil (51%). Además de sufrir discriminación por edad, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole, los estudios realizados por organismos internacionales demuestran que todavía tienen un acceso limitado a servicios de educación y salud de calidad. En España la población de origen africana supone en 2,5% del censo, destacando la marroquí con 840.000 personas.

Aí pues el compromiso de promoción humana de estos colectivos suponen un desafío para el futuro inmediato, al que sumamos el desarrollo sostenible y la ecología integral. Así avanzamos en el compromiso por la Casa Común, en línea con la encíclica "Fratelli Tutti" del Papa Francisco.

Foto ONU/Evan Schneider. La cantante de jazz haitiana Rachelle Jeanty se presenta en el Salón de la Asamblea General para el concierto de gala de la ONU de 2012 para crear conciencia sobre el legado de la esclavitud y la trata transatlántica de esclavos.