Blas de Lezo, el valor de Mediohombre

El Museo Naval de Madrid tiene abierta una exposición que se podrá ver hasta el 13 de Enero de 2014, bajo el título “Blas de Lezo, el valor de Mediohombre”, Y es que estamos hablando de uno de los grandes héroes de la Historia de España, curiosamente poco conocido en nuestra cainita piel de toro. 

El guipuzcoano Blas de Lezo (1689-1741) era tan solo un niño de 12 años cuando embarcó por primera vez y un adolescente de 17 cuando un obús le destrozó la pierna izquierda. Se la cortaron por debajo de la rodilla, sin anestesia y sin una sola queja. Eran tiempos de la Guerra de Sucesión y tras la pierna perdió un brazo y un ojo. Quienes al principio le llamaban “Patapalo” le llamaban ahora Medio Hombre por sus mutilaciones. Pero en espíritu no hubo nunca hombre más entero que este Blas de Lezo. 

Ascendido a Teniente General de la Armada en 1734, tres años después es destinado a Cartagena de Indias como Comandante General. Tras el incidente con el corsario Jenkins en Florida, Inglaterra, con grandes deseos de dominio sobre el Caribe, en 1739 declara a España la llamada “Guerra de la oreja de Jenkins”. Tras atacar La Guaira y Portobelo, la Royal Navy al mando del almirante Vernon, dispuso para el ataque sobre Cartagena de Indias (principal puerto del virreinato de Nueva Granada) de la mayor flota que nunca se había visto ni volvió a verse hasta el desembarco de Normandía: casi doscientos barcos y treinta mil hombres. Lezo contaba con seis buques y menos de tres mil soldados, amén de seiscientos indios flecheros. 

Era una batalla desigual. Pero lo que se presumía un paseo militar para Vernon, se convirtió en la mayor derrota naval de la historia de Inglaterra. Los ingleses tomaron los fuertes de San Luis y San Fernando de Bocachica, lo que obliga a los españoles a quemar sus naves y concentrarse en la defensa de la ciudad desde el castillo de San Felipe de Barajas.  La noche del 19 de Abril de 1741 se produjo el ataque definitivo, llevado a cargo por los granaderos apoyados por el constante bombardeo procedente de los buques. Al llegar se encontraron con que Blas de Lezo había hecho excavar fosos al pie de las murallas por lo que las escalas eran demasiado cortas, de tal manera que no podían atacar ni huir debido al peso del equipo. Aprovechando esto, los españoles abrieron fuego contra los británicos, produciéndose una carnicería sin precedentes. Al amanecer, los defensores abandonaron sus posiciones y cargaron contra los asaltantes a la bayoneta, masacrando a la mayoría y haciendo huir a los que quedaban hacia los barcos. Finalmente Vernon hubo de levantar el asedio. Esto causó tal vergüenza al rey Jorge II que prohibió escribir sobre el asunto a sus historiadores.

Imagen: Retrato anónimo de Blas de Lezo. Museo Naval de Madrid