Cartuja de Granada

23/May/2024

Empezaré por decir que en mis anteiores visitas a Granada, nunca visité la Cartuja, por lo que ha sido para mi un gran descubrimiento esta joya, auténtico exponente del barroco español. Y realizamos una visita pausada ya que nuestra guía no tenía más compromisos esa tarde.

Fue en 1514 cuando llegaron a Granada los primeros monjes procedentes de la cartuja castellana del Paular. Dos años después, en 1516, se iniciaron las obras del Monasterio con trazas de Fray Alonso de Ledesma, que se extenderían a lo largo de tres siglos. La orden de los cartujos fue fundada en el siglo XI por San Bruno y mantiene una de las reglas más severas de la vida contemplativa.

Imposible resumir la visita, aunque dejamos constancia de nuestro paso. El acceso al exterior del Monasterio es por la Portada plateresca del siglo XVI, obra de Juan García de Prada. Contemplamos entonces la fachada neoclásica del siglo XVIII obra de Joaquín Hermoso, que da acceso a la iglesia. Se trata de una iglesia de única nave en la que destacan tres espacios: para fieles, para legos y para monjes. Cuelgan pinturas de Sánchez Cotán y Pedro Atanasio Bocanegra entre blancas yeserías barrocas. Pero cuando quedas con la boca abierta en cuando te acercas al Sagrario: brillantes dorados, esculturas, pinturas, doseles y cortinajes, con mármoles de distintos colores. Y el Tabernáculo de mármoles y jaspes y en cuyos lados, aparecen las doradas esculturas de las Virtudes. Pasamos a la Sacristía del siglo XVIII, obra atribuída a José de Bada, con amplitud de iglesia y un retablo de mármol de Lanjarón con las figuras de San Bruno y la Inmaculada.

Y salimos al Claustrillo desde donde se organizan las dependencias del Monasterio. El refectorio, estancia con bóveda de crucería, en cuyas paredes cuelgan pinturas de distintos autores destacando la Santa Cena de Sánchez Cotán que preside el testero. Y la Sala De Profundis (sala de oración de los monjes antes de la comida), la capitular de legos y la capitular de monjes.

En la actualidad, la iglesia acoge la celebración de bodas sacramentales, eucaristías solicitadas por grupos eclesiales con su propio sacerdote y otros actos litúrgicos previamente concertados.