Centenario del nacimiento de Emil Cioran

“Soy un extranjero para la policía, para Dios, para mí mismo”. Este es quizá el lapidario y fulgurante carnet de identidad de Emil Michel Cioran, uno de los más significados y controvertidos filósofos del siglo XX. Nació el 8 de abril de 1911 en Rasinari, en la Transilvania rumana, y por tanto hoy conmemoramos su centenario.

Perteneciente a la corriente conocida como “filosofía del absurdo”, aunque difícil de etiquetar, Cioran, apátrida afincado en Francia y que sentía una curiosa empatía hacia España, recibe la influencia del pesimismo de Schopenhauer. Se muestra claramente negativista, llegando a considerar lo inhumano como norma. Se adentra en la contradicción como forma de pensamiento y desarrolla en su obra una profunda reflexión sobre el vacío y la desesperación.

Dotado, sin embargo, de un extraño sentido del humor, ama profundamente la música. Así este ateo confeso, hijo de un sacerdote ortodoxo, escribía en “De lágrimas y santos”: “Cuando escucháis a Bach, veis nacer a Dios… Después de un oratorio, una cantata, o una ‘Pasión’, Dios debe existir… ¡Y pensar que tantos teólogos y filósofos han derrochado noches y días buscando pruebas de la existencia de Dios, olvidando la única!”.

Subyugado por la idea del suicidio, Cioran murió por causas naturales, debido a su avanzada edad un 20 de junio de 1995, en la ciudad de París, a los 84 años de edad.