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Continuamos hoy con los amoríos primaverales de Juan Ramón Jiménez, que habíamos iniciado en la anterior actualización. De regreso del sanatorio francés, el poeta ingresa en la clínica madrileña El Rosario, en la calle Príncipe de Vergara. Trata alli con novicias de las hermanas de la Caridad, y nuestro poeta, como el Tenorio de Zorrilla, enciende el corazón de una de ellas, al punto que Pilar Ruberte, hubo de ser trasladada de convento por el "escándalo ocasionado".
Pero veamos como versifica el poeta sobre aquel lance de amor:
Cuando huía, en un vuelo de tocas trastornada,
de la impetuosa voluntad de mi deseo,
se refugiaba en un rincón, como una gata
pero sus uñas eran más dulces que mis besos
se le venía el velo hasta los ojos mágicos;
surgían leves rizos del cortado cabello,
rizos que descubrían un jardín imprevisto,
¡aquellos rizos de oro en los ojos inmensos!
Y en la proximidad ardiente del placer de su carne
Me incendiaba el olor de todos sus secretos,
aquel olor más fuerte para mí y para ella
¡que el olor de los lirios y el olor del incienso!
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maravillas10Hace 44 minutos
angela.69Hoy a las 10:20
NaiaraDelkoAyer a las 23:30
astur_82Ayer a las 23:23
Rocio.Chio17/04/2024