El Paraguas

Bazar de Letras, de la Universidad Popular de Cartagena, nos pide un ejercicio de creatividad literaria con la descripción de un objeto cotidiano, despertando la imaginación del lector. Y como llevamos un mes de marzo tan inestable en el tiempo, pues pensé redactar brevemente sobre el paraguas.

EL PARAGUAS

Como cantaba Juan Manuel Serrat, detrás de los cristales llueve y llueve. Y cuando esto sucede necesito un paraguas tanto como una virgen un novio.

Porque en definitiva el paraguas es un medio de protección, bajo el que nos cobijamos para defendernos del sol, la lluvia, los vendavales o los excrementos de los estorninos. Y como símbolo de protección lo adoptaron las religiones. Desde el jainismo de la India o las religiones del antiguo Egipto, hasta el mismo cristianismo, que diseñándolo con franjas rojas y amarillas representa el dosel de la autoridad y protección del Papa sobre la Iglesia y está presente en todas las Basílicas.

Pero no hablemos de cosas tan antiguas. Llegó el siglo XIX y se inventó la máquina de coser. Y la industria empezó a fabricarlos a miles y el paraguas habitó entre nosotros. Paraguas de tafetán, poliéster o teflón, paraguas clásicos, paraguas plegables, paraguas de burbuja, paraguas de papel, paraguas artísticos, paraguas de golf, paraguas de portero de hotel, paraguas para niños. Paraguas para todos y para todo, que podemos usar como arma amenazante, como bastón, o simplemente como complemento indumentario.

Pero hemos llegado a la era de las tecnologías y al paraguas le pedimos algo más. Por eso se anuncia que este año saldrá al mercado un paraguas o sombrilla de playa dotada con paneles solares. Así que cuando llegue Eva María buscando el sol en la playa con su maleta de piel y su bikini de rayas, podrá cargar su móvil, escuchar música mediante bluetooth o tomarse una cervecita bien fresca de su frigo portátil.

Y para terminar una pregunta: ¿Qué le dice un paraguas a otro? Yo me abro.