Hablamos de chocolate

Es seguro que si hablamos de chocolate a todos se nos hace la boca agua. Y es que es difícil encontrar un producto que guste tanto como el chocolate. Pues de eso precisamente vamos a hablar hoy: de chocolate.

Y lo cierto es que los europeos no conocimos el chocolate hasta el siglo XVI, ya que los árboles de cacao eran oriundos del continente americano, donde crecían de forma natural en las cuencas del Amazonas y el Orinoco. Fue la civilización de los Olmecas, la primera en cultivarlo y prepararlo en forma de bebida. Lo tomaban en frío, mezclándolo al agua con especias, hierbas y guindillas. Posteriormente su consumo se extendió a los Mayas y los Aztecas.

Cuando el Emperador Montezuma invitó a Hernán Cortés a saborear el chocolate, uno de los monjes que le acompañaban, Fray Jerónimo de Aguilar, envió el primer cacao, junto con la receta del chocolate al abad del Monasterio de Piedra, D. Antonio de Álvaro, de forma que de la mano de estos monjes cirtercienses, se introdujo el chocolate en España. Los españoles lo endulzarían con azúcar y lo tomarían caliente. 

Cuando en 1615, la infanta española Ana de Austria se casa con el rey francés Luis XIII, la corte francesa se enamora del chocolate, cuyo consumo rápidamente se extendería por toda Europa. 

Hoy son numerosas las poblaciones de tradición chocolatera que cuentan con un Museo del Chocolate. Así en España podemos encontrarlos en el propio Monasterio de Piedra o en ciudades como Barcelona, Villajoyosa, Astorga o Sueca. 

Pero me dejo de palabras y me voy al frigorífico a coger unos bombones de chocolate. ¿Ustedes gustan?