Oso sedoso

Sabemos de la importancia de los ositos de peluche para los niños, un juguete acojedor, adorable y achuchable, que de inmediato asocian a una cosa viva de manera que pueden desarrollar emociones y sentimientos. Jugar con ellos permite a los niños explorar la complejidad de sus sentimientos, iniciar sus relaciones (son sus primeros amigos), desarrollar el lenguaje (hablan con ellos) y juntos empiezan a controlar el mundo que les rodea. 

Pues bien, la naturaleza siempre nos sorprende. En America Central y del Sur existe un pequeño animalito al que se conoce como "oso sedoso" u oso hormiguero pigmeo. Mide apenas 18cm y otros 18cm de cola y pesa medio kilo. Resulta tan adorable que su mayor amenaza deriva de su captura para ser empleados como mascotas. 

Localmente es llamado angelito en Colombia, ceibita en Costa Rica, flor de balsa en Ecuador, gato balsa en Panamá, oso oro en Bolivia, serafín en Honduras Ecuador y Perú, miquito de oro en México  y otras varias denominaciones. Debido a la confusión creada por las denominaciones locales que se da a las distintas especies, en el siglo XVIII el científico sueco Carlos von Linneo, creó una nomenclatura binomial, lo que viene a conocerse como nombre científico que escrito en latín (o términos latinizados), es utilizado en todo el mundo para identificar a los seres vivos. Consta de dos palabras, la primera indica el género y la segunda la especie. 

Nuestro oso sedoso es Cyclopes didactylus. Es un animal solitario, arborícola y nocturno y posee una fuerte garra delantera, para abrir un orificios en los tallos huecos e introducir su lengua larga y pegajosa para capturar las hormigas, que son su alimento preferido. Ocasionalmente atrapa otros insectos. Una vez alcanzada la madurez se dispersan por su hábitat, donde el área territorial de un macho se solapa con el de tres hembras. Estas dan a luz a una sola cría una vez al año, generalmente hacia el mes de septiembre.

Imagen: AP / Martin Mejía