Real y Divina Misericordia

"Misericordia quiero y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos". (Oseas, 6,6)

El texto del profeta Oseas, sería recuperado por Jesús en su predicación. Teológicamnte Dios es amor y por tanto misericordia. Y su Hijo la encarnación de un amor y una misericordia que practicó acercándose a los enfermos, a los pobres, a los necesitados, a los que sana tocándolos, conviviendo, sentándose a su mesa. En cuanto a esa “antítesis” entre la “misericordia” y el “sacrificio”, lo que nos viene a decir es que, si hay que elegir entre la “ética” y el “culto”, lo primero es la ética, la honradez, la defensa de la justicia y los derechos de las personas. Si esto no se antepone a todo lo demás, Dios no quiere que tranquilicemos nuestras conciencias con liturgias o procesiones.

Y es precisamente en virtud de la Misericordia Divina, por la que los creyentes podemos pedir perdón por nuestros pecados, por nuestra falta de misericordia, tal como nos marca el salmo 51: "¡Ten piedad de mí, oh Dios, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas!, ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado!"

Imagen propia: Talla de Jesús de la Real y Divina Misericordia, atribuida a Salzillo, una de las que han desfilado esta tarde por las calles de Cartagena.