Religión íbera

La religión íbera constituía todo un complejo mundo ideológico de creencias, ideas y ritos del que poco conocemos, aunque algunos elementos encontrados en yacimientos, especialmente en el cuadrante del sureste peninsular, nos facilitan algunas pistas.

Siendo la íbera una sociedad marcadamente estratificada, en épocas remotas como los siglos VII y VI a.C. era el jerarca quien encarnaba la divinidad, pero a partir del siglo V, la sociedad va evolucionando hacia una religiosidad que se fusiona más con el pueblo, desapareciendo la figura del jefe supremo al que hay que adorar.

La tradición histórica de Cartagena nos habla de un personaje, Aletes, quien fue el descubridor de las minas de plata de Cartagena. Elevado a la consideración de dios, existió en su honor un santuario en la cima del actual monte de Despeñaperros o San José, al que entonces dio nombre. Su símbolo era un mochuelo con una rama de almendro florido entre sus garras, y ejercía el patronazgo y protección de las minas.

Las creencias íberas rendían gran importancia a la naturaleza y los animales ocupaban un lugar preeminente ya fuese como dioses, símbolos o vínculos entre el mundo terrestre y el divino. Así, el toro representaría la virilidad y la fuerza, el lince estaba vinculado al mundo de los muertos y los buitres llevaban las almas de los guerreros muertos en las batallas al mundo de los dioses.

Imagen de mi archivo: Cima del cerro de Despeñaperros en Cartagena, donde se ubica un fuerte caballero del siglo XVIII (cuyas obras de consolidación se encuentran en fase de licitación). En este lugar se ubicó en época mastiena el santurario de Aletes.