También esto pasará pronto

La leyenda tiene sus raíces en la corte de un poderoso rey persa, que gustaba rodearse de sabios. Un día les dijo: “Un extraño deseo ha surgido en mi corazón. Quiero que me hagan un anillo de metal puro, que sea de tal clase que al verlo, me ponga alegre si estoy triste y me ponga triste si estoy alegre”.

Los sabios pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada.

El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó.

Y éste dijo: No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me encontré con el poeta y místico sufí Attar de Nishapur. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje: el anciano sirviente lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey para que fuera grabado en el anillo. Decía sencillamente:

 “También esto pasará pronto”

Entonces el anciano le dijo: Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.

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