Toro

Después de comer en un céntrico restaurante zamorano nos dirigimos a Toro distante poco más de 30 km. Finalmente ha escampado y la tarde es soleada y apacible. Toro es famosa por el excelente vino que se produce en sus fértiles tierras, pero también por tener un bello conjunto monumental.

Es ciudad antigua de época celtibérica, nombrada como “Arbocala”. De esta época es el monolito “verraco” que da nombre a la ciudad ya que asemeja a un Toro. Tuvo especial relevancia entre los siglos XII y XVI, en la que fue sede real y lugar de celebración de Cortes. Cuenta actualmente con unos 10.000 habitantes y es cabecera comarcal sobre un área rural circundante de 19 municipios, el denominado Alfoz de Toro.

Iniciamos nuestra visita por El Alcázar, símbolo de la importancia estratégico-militar de Toro en el medievo. Formó parte del primer recinto amurallado y su configuración actual corresponde con la época de la reina María de Molina, “Señora de Toro”.

Desde aquí una panorámica nos permite ver el Puente Mayor de origen romano, aunque su traza actual, corresponde a una reconstrucción casi completa de finales del siglo XII dejando muy pocos sillares almohadillados de fábrica romana.

Visita imprescindible en Toro es la Colegiata de Santa María la Mayor. Inspirada en la Catedral de Zamora forma parte del grupo de los cimborrios leoneses. Mención especial merecen el cuadro de “La Virgen de la Mosca” tabla flamenca del s. XVI, así como el Calvario barroco de marfil y carey. Su planta de Cruz latina y las tres naves de tres tramos con bóvedas de horno en la cabecera, de cañón en el crucero y nervadas en el centro hacen de la Colegiata una obra majestuosa. De entre sus portadas destaca el espectacular Pórtico de la Majestad, de piedra policromada. Está dedicada a la Virgen, en el tímpano como reina coronada y en la primera arquivolta como intercesora en el Juicio Final.

Desde la Colegiata paseamos por la calle Mayor, llena de comercios y pasamos bajo la Puerta del Mercado (una de la cuatro que tiene la ciudad), sobre la que se yergue la Torre del Reloj del s. XVIII, sienda esta la puerta principal del segundo recinto amurallado. Pasamos ante la fachada del Palacio de Marqueses de Castrillo y visitamos el más suntuoso Palacio de los Condes de Requena, del siglo XV, con un patio central, adornado con salmeres y capiteles con temas de tauromaquia, caza y mitología, desde donde se accede a otro patio estrecho con dos pisos donde predomina la madera y el cristal.

Otras iglesias y palacios completan un interesante patrimonio monumental. No obstante el reloj marca los tiempos y hemos de regresar al autobús, pasando junto a la Plaza de toros, construida en 1828 y pasa por estar entre las más antiguas de España.

Antes de regresar a Salamanca, giramos visita al Museo del Queso de la familia Chillón, donde se nos ofrece una degustación

Imagen: Calle Mayor de Toro con la Torre del Reloj al fondo