BILLIE PIPER, UNA ROSE TYLER DE IDA Y VUELTA

Hace tiempo había una chica llamada Rose Tyler que vivía una existencia ordinaria. Todos los días se levantaba para ir a trabajar a una tienda departamental, comía con su novio, llevaba una relación cordial con su mamá y cumplía con las funciones que la sociedad demandaba de ella. En los viajes de vuelta a su casa, en el camión, se veía la tristeza en sus ojos, aquélla que nace de la certeza de que se ha llegado al punto máximo, que no hay nada más.

Y luego conoció al Doctor.

El Doctor la llevó a lugares insospechados: al último día de la Tierra y al día en que falleció el padre que nunca conoció. Rose tuvo la oportunidad de abrir los ojos, de incitar a la rebeldía contra el sistema, de enamorarse perdidamente, de descubrir que lo que nos hace humanos es la voluntad de tomar el siguiente paso, de no conformarnos. Rose se volvió Dios gracias al amor y el amor la convirtió en humana de vuelta. Entendió la verdad: existimos porque tocamos, porque influimos en la vida de los demás, porque los demás influyen en la nuestra. Hay que tumbar las paredes que nos dividen, que nos impiden movernos.

Y hoy, Rose Tyler, ante una playa noruega de otro universo, rompe en llanto ante lo que dejó atrás. Porque el inicio de su grandeza se cimenta en el adiós, en el no poder volver atrás. Su madre la abraza en silencio. Pero Rose no ha quedado vencida, no ha quedado rota. Porque ha visto lo que puede lograr, lo que puede ser, el bien que puede traer al mundo con su humanidad. Rose sabe. Rose ama. Rose continúa.

"One may tolerate a world of demons for the sake of an angel"

Por el Doctor, vale la pena luchar contra los monstruos.