miarroba
El fotolog de elgauchobesuqueiro
EL Fabricante de Camas © Amparo Jaramillo-Restrepo

La primera cama fue para Marisol, su sobrina inválida, después de que oyera a su hermana Esperanza lamentándose de que cada vez le era más difícil moverla de un lado a otro para cambiarla siquiera de posición. La niña acababa de cumplir diez años y llevaba dos con las piernas paralizadas a causa de un accidente sufrido mientras jugaba con otros chicos en la calle.

"Si continúa ahí anclada en la alcoba su mente estará muy pronto tan oxidada como su cuerpo. ¡Ojalá pudiera hacer algo para sacarla siquiera al patio de atrás a contemplar el río y las montañas!".

Rafael no dijo nada, pero se pasó la mayor parte de la noche cabilando acerca de las palabras de su hermana y haciendo trazos sobre un papel. Y en la mañana, cuando el sol empezó a entrar de puntillas en la humilde vivienda, lo encontró listo para salir en busca de los materiales que utilizaría para su proyecto.

"Necesito madera para hacer un carro".

"¿Un carro de juguete?"

"No, un carro-cama".

"¡Vaya una idea!", se dijo para sí Don Ignacio, mientras el hombre escogía unas cuantas tablas de pino aspirando el aroma con deleite. No hizo más preguntas, pues Rafael era una persona de pocas palabras, aunque hubiera sido más justo decir que hablaba con las manos y lo que de ellas salía eran verdaderos poemas en hierro o en madera: Caballitos, casas de muñecas, maromeros, flautas, y jaulas prodigiosas que trinaban por sí solas cuando el viento pasaba silbando entre sus rejas afiligranadas.

Rafael llevó la madera al templo de su carpintería y se dedicó a trabajar febrilmente ante la mirada curiosa de sus vecinos.

"¿Qué está haciendo?", le preguntó un día Rosalba.

"Una cama para Marisol'.

"¡Si parece un carro!"

"Es una cama-carro".

Durante varias semanas los parroquianos no hablaron de otra cosa, hasta aquel lunes en que Rafael puso la cama terminada en su carretilla ante los ojos alelados de sus amigos, quienes ayudaron a instalarla en la alcoba como si se tratara de colocar la más valiosa obra de arte en un museo. Por fuera era un carro reluciente con sus puertas y llantas de verdad, faroles plateados y hasta un timón para dirigirla a uno u otro lado; por dentro una camita mullida en la que la niña podía sentarse o acostarse a su acomodo. Pero más que un carro o una cama, era una ventana al mundo que la niña podía contemplar ahora a su gusto desde la explanada, mientras los pescadores al pasar en sus canoas sobre la cinta azogada del río, la saludaban diciendo: "Allá está Marisol tejiendo sueños en su camita".

Muy pronto llovieron pedidos para otros niños del pueblo: Camas-barcos, camas-trenes, la cama-carroza tirada por un caballito con crines de verdad, y una cama-globo, que fue la más memorable, con su canastilla de mimbre para el colchón y un hermoso globo de colores colgado del techo. Esperanza había sacado la idea de una revista, y Rafael la fabricó a sabiendas de que en ninguna casa del pueblo existía un cuarto suficientemente grande para colocarla. Pero cuando el cura del pueblo la vio dijo que la quería para su sobrinita, quien iba a cumplir un año.

Después de una semana la madre de la niña llamó para decir que la cama había sido todo un éxito entre sus amistades e insistió en que Rafael se fuera a la ciudad, en donde los clientes de cierta mueblería estaba deseosos de ordenar las camas Marisol.

Y llegó el momento en que tuvieron que conseguir un ayudante para cortar y pulir piezas y una costurera para coser velas y globos. Pero Rafael se asfixiaba trabajando entre cuatro paredes, y extrañaba las miradas de admiración y el amor de los suyos. Por otra parte el trabajo en serie le había quitado el encanto a sus proyectos y se sentía mareado de pintar las mismas cosas en serie y en forma casi mecánica, una y otra vez.

Hasta que una mañana no pudo más. Empacó las fotografías de sus camas y sus fierros rudimentarios, y regresó a la comarca en donde va de pueblo en pueblo haciendo camas y juguetes para los niños del lugar. La última vez que lo vi hacía una cama-árbol, con pajaritos tallados en las ramas y una caja de música que desgranaba trinos desde la copa. Y si alguien pretende hacerle firmar un contrato para la venta de las "Camas Marisol", contesta que en su tierra los tratos se hacen de palabra, pues la palabra es oro. Para que nadie descubra que no sabe ni leer, ni escribir.

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Última foto del fotolog de susurroalviento
susurroalviento ï¿½ El 29/10/2009 a las 11:20

HOLA GAUCHO

QUE TIERNA HISTORIA, Y QUE BUENO QUE AL FINAL VENCIERA LA FELICIDAD DE LAS COSAS SENCILLAS A LA AVARICIA

BESITOS, QUE TENGAS UN BONITO DIA

Última foto del fotolog de limonpartido
limonpartido ï¿½ El 29/10/2009 a las 14:23

realmente una histori hermosa
los buenas cosas siempre salen del corazon
besitos hasta pronta ....
alicia....

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