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La última curda interpretado por Roberto Polaco Goyeneche en la película de Pino Solanas "Sur", acompañado en el bandoneón por Néstor Marconi.
Roberto Goyeneche

(1926 - 1994) El -polaco- nació el 29 de enero de 1926 en el barrio de Saavedra, provincia de Buenos Aires, Argentina. Fue muy consentido por su madre, ya que su padre murió cuando él tenía cinco años. Goyeneche se destacó por ser el cantante con máxima calidad expresiva que tuvo el Tango en toda su historia.
Fue todo en experto a la hora de hablar durante las canciones. Su valor más grande, explicado por él mismo, fue el respeto por lo que escribió el autor, cantarle hasta las comas. La pronunciación es una manera de respetar al que escribe. Hay que hacer las pausas. Hay que interpretar lo que el poeta quiso decir y transmitírselo al público.
La voz de Goyeneche pertenece a la Nueva Guardia, caracterizada por llorar desamores y desventuras. Dejan de ser guapos bravos para mostrar un perfil más sentimental y si se quiere, más humano y sensible. Grabó su primer tema en 1948 en un estudio particular en la calle Santa Fe, el tema elegido fue Celedonio, junto a Di Rosa y Casinelli.
Debutó con la orquesta de Raúl Kaplún a los 18 años. En 1952 pasa a la de Horacio Salgan, junto al cantor Angel Díaz, quien lo bautizó el polaco. En 1956 su carrera se catapultó hacia la gloria: se convirtió en el cantor de la orquesta de Aníbal Troilo.
El mismo polaco admitió haber terminado más de una grabación llorando. Eso tiene que ver con su personalidad y su sensibilidad. El afirmó que -sin sensibilidad no se puede vivir... ...siempre las canté con toda el alma-. Murió el 27 de agosto de 1994 en Buenos Aires, Argentina.
La última curda
Lastima, bandoneón,
mi corazon
tu ronca maldición maleva...
Tu lágrima de ron
me lleva
hasta el hondo bajo fondo
donde el barro se subleva.
¡Ya sé, no me digás! ¡Tenés razón!
La vida es una herida absurda,
y es todo tan fugaz
que es una curda, ¡nada más!
mi confesión.

Contame tu condena,
decime tu fracaso,
¿no ves la pena
que me ha herido?
Y hablame simplemente
de aquel amor ausente
tras un retazo del olvido.
¡Ya sé que te lastimo!
¡Ya se que te hago daño
llorando mi sermón de vino!

Pero es el viejo amor
que tiembla, bandoneón,
y busca en el licor que aturde,
la curda que al final
termine la función
corriéndole un telón al corazón.
Un poco de recuerdo y sinsabor
gotea tu rezongo lerdo.
Marea tu licor y arrea
la tropilla de la zurda
al volcar la última curda.
Cerrame el ventanal
que quema el sol
su lento caracol de sueño,
¿no ves que vengo de un país
que está de olvido, siempre gris,
tras el alcohol?...

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