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El viernes, paseando por Clos Lucé (el castillo donde murió Leonardo da Vinci en Amboise), vi dos pavos, una hembra y un macho. Me quedé mirándolos de lejos, gritando en silencio con todas mis fuerzas: por favor, ábrete, por favor, ábrete...
Y ahí estaba yo. Esperando. Cuando la paciencia se me acababa... se abrió. Pero estaba muy lejos de mí y no había llevado el objetivo grande. Y además, vinieron un montón de turistas que se acercaron y los espantaron. Mi gozo en un pozo.
Todo el mundo se fue cuando el pavo se cerró. Se me ocurrió pasar por donde pasó, por si acaso se le había caído alguna pluma... despacio, buscando atentamente... y cuando me quise dar cuenta, el pavo se subió en una mesa... empezó a mirarme fijamente... saltó, se acercó lentamente a mí, yo estaba de cuclillas, petrificada, no podía creérmelo... y a un paso de mí... se me mostró de esta guisa. Se abrió, empezó a pavonearse delante de mí, yo sólo movía los dedos para ametrallarlo a fotos... y ésta es una de ellas.
Gracias, Dios, por haberme permitido vivir un momento tan hermoso.
Pero bueno ...¡¡¡que impresionante ...te hizo un buen regalo desde luego .
vaya , vaya , vaya foto¡¡¡ es muyyyyyy dificil hacer una foto asi .
Impresionante , de verdad .
Felicidades-
Filia .
¿Puedo poner 100 me gusta? Creo que no... pero date por enterada.
Es tan hermoso que no parece natural. La lección es que la naturaleza nos sorprende y nos deja en pañales a nosotros, los seres más inteligentes de la creación.
Este pavo real sabía distinguir a la perfección al simple turista y a ti. Y se reservó para regalare a ti solita este espectáculo. Y esta experiencia única.
Y de rebote a todos nosotros que pudimos disfrutarla no solo en forma de foto sino también de relato. Si una es bella el otro no le va a la zaga.
Seguiste la regla de las tres P:prudencia, paciencia y perseverancia. Y aquí está el resultado.
Besos, artista.