Mistake number 2: Cry
Creo que fueron esas lágrimas que derramé las culpables de ese falso amor.
Ya estaba en clase de ingles, sentada al lado de Arnau, pero girada hacia atrás hablando con Dana sobre nuestras tonterías. De golpe nuestro tutor, no el profe de ingles, entro a la clase, con esa sonrisa de incompetente que solía soltar. Anunciaba que un nuevo chico vendría a clase, y que lo tratáramos bien, y que blablabla, que bla y más blablabla.
Mientras nuestro tutor nos echaba ese sermón, yo estaba implorando a todos los dioses, espíritus y fantasmas conocidos que el compañero nuevo no fuera el imbécil de mi nuevo vecino. Pero algo mal debí hacer, ya que cuando el profe dijo “Dar la bienvenida a vuestro nuevo compañero Alan García”.
Creí que me moría, pero eso no fue lo peor. Lo peor vino cuando el profesor dijo, “¿Qué te parece sentarte al lado de Dana, la chica de la antepenúltima fila?” Creía que mi mundo se desmoronaba encima mío y que yo me desmontaba, pero mientras pasaba eso yo me preguntaba ¿Pero por que me ponía tan nerviosa?
Durante toda la hora de ingles no pare atención ni en un momento, ya que me sentía intimidada, pues el chico no paraba de mirarme. Cada vez que el profe preguntaba, yo fallaba todo.
Después vino la hora de química, en la que Dana me tenia que vigilar, pues, cada vez que me despistaba, ya fuera porque le miraba, o que el me miraba a mi, ocasionaba una pequeña explosión, que no iba a más porque mi amiga me alertaba con un “¡Cuidado Eva!”.
La siguiente clase fue la de matemáticas, en esa, por muy extraño que pareciera, prestaba atención, solucionaba bien todos los ejercicios y no intente destruir la clase con una explosión.
La mejor parte fue cuando sonó le timbre, todos salimos de clase corriendo como si nos faltara el aire. Como siempre, Dana y yo bajábamos a ritmo de tortuga por las escaleras cuando de golpe empecemos a escuchar gritos que provenían del pasillo de tercero, intrigadas por el ruido, nos acerquemos a ver que pasaba y allí los vimos, dándose de hostias, a Alan y Marc.
Si hubiese sido cualquier otro chico no me hubiese importado, pero Marc no, mi amigo de infancia, mi vecino, el primer niño con el que jugué cuando llegué al pueblo no podía ser el que se estuviera peleando. Yo podía entender que desde que había empezado el instituto el se había convertido en un macarra, pero aun seguíamos siendo amigos, por que yo siempre estuve a su lado cuando cateo dos asignaturas en primero o cuando le dejo su novia en segundo.
Todo lo que estaba pasando me abrumaba, ya no sabía que decir o a donde mirar solo quería que pararan de pelearse, y eso yo desde el sitio donde estaba no lo podía hacer, ya que estaba quieta delante de ellos sin decir ni pio.
Pero la situación no duro más de cinco minutos, ya que en cuanto lo vio Sonia, salió corriendo a separarlos. Desde pequeñas nos habíamos odiado, ella siempre había sido una pija, una realmente insoportable pija estúpida y malcriada. En cuanto los separo se tiro al pecho de Marc llorando desconsoladamente balbuceando que no quería que se peleara con nadie, y ese hecho izo que la odiara más aún.
Cuando la marea se calmo un poco y solo quedemos Marc, Sonia, Dana y yo, la insufrible de Sonia le pregunto a Marc porque se habían peleado, y este le contesto que por nada. Al cabo de cinco intentos, mirando en dirección contraria en la que yo estaba dijo en voz bajita “Decía que Eva estaba coladita por él, entonces yo me e metido y así a empezado todo”.
Entonces Sonia se le quedo mirando con ojos de rabia y le pregunto que si me quería mas a mi que a ella, y el le dio la per respuesta que pude haberme imaginado, se le acerco y le dijo suavemente mientras la besaba “Eso ni se pregunta”.
Me di media vuelta y salí andando a paso rápido, cuando Dana se me empezó a acercar, eche a correr en ese momento lo único que no necesitaba era que nadie me consolara. Ya estando en el patio, detrás de una columna, apartada de todo el mundo, eche a llorar mientras decía “Si es esta la verdad me duele”
En ese momento pensé que estaba sola y que nadie me veía, pero me confundí, escondido detrás de un árbol, Alan me miraba y escuchaba.
