En unos de esos días como tantos que existían sonó el despertador y mente obligó a cuerpo a apagarlo. Solo duró dos segundos la tregua que cuerpo dio a mente antes de ponerse en marcha.
Mente sabía que eso era lo que se debía hacer pero no podía, se sentía derrotada incluso ya demasiado como para dejarse arrastrar por cuerpo.
Este se levantaba cada mañana lleno de fuerza y plenamente descansado solo le dolían ciertas partes y creía a veces que era debido a la tensión que le infundaba su fiel compañera.
Pero mente se sentía dentro de un mar embravecido lleno de cansancio y desidia, así que decidió hablar con cuerpo para explicarle los motivos de su inminente ruptura.
pero cuerpo y mente juntos llegaron a la misma conclusión, su relación era una locura pero también imposible separase porque compartían recipiente. Estaban condenados a entenderse o a odiarse eternamente.