-¡Sí yo!-dijo la figura que llevaba una brillante armadura dorada. Y dicho y hecho bajó del bello caballo blanco y el dragón se rindió a sus pies como un fiel lacayo. Ese dragón invencible, miles de caballeros habían desfilado frente a él corriendo todos la misma suerte, la temida muerte. Pero este personaje había demostrado que era diferente. Entonces el caballero se despojo de su yelmo y apareció una larga melena azabache y gritó el nombre de la princesa cautiva.
-¡Sherezade!
Y se abrazaron durante interminables minutos dando fe de su incipiente amor. Después de esto el caballero con la ayuda de la antigua cautiva se deshizo completamente de la armadura y ahora sí que la figura no pasaba desapercibida y era obvio que su cuerpo era femenino. El pueblo que esperaba ansioso al valeroso caballero se había dado de bruces con la invencible dama de larga cabellera azabache. así que para todos era evidente el siguiente paso y ninguno hubiera deseado estar en la piel del rey que había prometido la mano de la princesa a quien la salvará de las fauces del temido dragón.