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En un cruce de caminos,
quise romper un trato,
ofreciendo mi alma
a cambio de la de mi hermano.
El demonio no aceptó,
pues su alma quería,
la anciaba desde tiempo atrás,
el trato no se rompería.
Un año le quedaba,
y el tiempo se agotaba,
intenté mil cosas
que del trato lo librara,
pero no conseguí nada.
Al cabo de un año,
los perros negros vinieron a por él,
su carne devoraron
y al infierno lo mandaron.
Pasados cuatro meses,
el regresó,
no recordaba como escapó,
estába claro que alguien lo sacó,
una marca en un brazo
así lo demostraba.
Alguien lo quería fuera,
para una nueva misión,
nuevos peligros
asechaban a su alrededor,
desde que la puerta
del infierno se abrió.