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Necesitaría muchas oras de escritura para describir la niñez
de José Carlos, quizás en un futuro lo haga pero,
en este caso, he de centrarme más partiendo desde el
comienzo en la Universidad. Primer día, asignatura de
matemáticas. Según me fue contando, los alumnos
que repetían curso, le adjudicaron un mote al profesor,
<El Canario> Solían referirse
a el como quien era un hueso duro de roer que no
lo querían ni los perros. Pues bien, resultó que <No era
tan fiero el león como lo pintaban> muy al contrario,
José Carlos, al finalizar la clase, comentó
con los demás alumnos lo buen profesor que a él le pareció.
No tardó mucho en hacer amigos,
le dieron entrada en el grupo de los distinguidos, no
porque fuesen más inteligentes sino por que eran de los
catalogados como <Hijos de papá> Dicho de otra manera que
su paso por la Universidad se prolongaba más de lo usual,
y que dicho de otra forma bastante <Ñoños>
Como ya se comentó José Carlos era muy vivaz y en su sagacidad
pronto supo que los fines de semana los pasaría sin apuros
gracias a sus recientes amigos. Y así fue, según se iba
avanzando en el curso, sus nuevos amigos se dieron cuenta de
que Carlos, como ellos le llamaban, tenía las cualidades
necesarias para ayudarles en los atascos de alguna asignatura.
¡Valla que les echaba una mano! y ¡Valla que disfrutaba
los domingos a costa de sus amigos!.
Particularmente no creo que esto fuese malo, pienso que,
para que los listos triunfen, debe haber otros que no lo son,
al menos así se presupone según la ley sobre el
principio de contrarios.
<Vivaz-Ñoño> <Listo-Torpe> Etce