var isMobileBrowser=false;
Te fuiste de nuestro lado. Fugaz, sin avisar, en un sueño profundo del que no despertaste. Y puedo sentirme orgullosa de saber que desde que nací, he disfrutado cada minuto de mi existencia a tu lado, abuela. Porque todas estas palabras sin destino, van dirigidas a ti. Porque sigo creyendo que me escuchas, que me proteges. Como lo hacías en vida. Te sigo sintiendo a mi lado, y sé que lo harás durante el resto de mi vida. Echo en falta poder hablarte, besarte, escucharte, comprenderte, aprender de ti, admirarte. Pero me queda la esperanza, siempre bendita esperanza, de que tú sigas escuchándome, viéndome y protegiéndome. ¿Por qué esperaste a quedarte sola para marcharte? Nunca comprendí esa actitud tuya de no molestar a los que te rodean. Admiro tu fortaleza, casi inhumana que ha nadie he conocido. Nunca me perdonaré haberte dejado sola, nunca me perdonaré que no estuvieras rodeada de tu familia. Tú eras el pilar fundamental de ella, y ni siquiera creías que lo fueras. Abuela
te echo tanto de menos
El día que te marchaste llovía. El mundo lloraba tu ausencia. ¿Por qué abuela? ¿Por qué tan pronto? Supongo que el destino, tan poco previsible y tan atronador a veces, quiso lanzarnos esta última carta.
Gracias por ser mucho más que una abuela. Por tu sonrisa, y esa mirada siempre tierna y sincera. Gracias por cuidarme, por mimarme. Gracias porque sin una abuela como tú, no podría tener una madre como la que tengo. Gracias por llenar gran parte de mi vida. Gracias por haber existido. Gracias, porque en el mundo nunca habrá nadie como tú. Gracias porque TE QUIERO. Gracias, Abuela. Gracias.
Silencio Blanco. Lágrimas de Amargura recorren tu divino rostro. Mujer Sevillana de la calle Feria. La que fue salvada del odio republicano en un cajón de madera. Amargura, qué nombre tan bello. Nazarenos de perfilado blanco engalanan tu cortejo. La que es consolada por el discípulo amado. Rosa de San Juan de la Palma. La que llevó en sus entrañas al Señor del universo. No la llaméis María, llamadla Amargura.
¡A la gloria sevillanos! Que Caifás se da de bruces con su barrio y con las luces de San Gonzalo y su alarde. Viene Jesús jadeante que se ha "llevao" "toa" la tarde con la izquierda por delante.
¡A la gloria pues...Sevilla! ¡Hasta la gloria! A la lágrima sin fin y escapatoria. A la fe que cada vértigo proclama, mientras Dios va derramándose en el día y la tarde en jilgueros se derrama.
A la gloria hecha a toda cofradía. ¡A la gloria, a la gloria y a Maria!
*Párrafos del pregón de Carlos Herrera*
Y recuerdo la primera vez que te miré a la cara. ¿Quién puede aguantarte la mirada? Escalofríos recorrían mi alma. Porque lo intuía, porque lo presentía. Porque eras tú, la Madre de Dios y yo estaba frente a ti. La que ríe, la que llora. Todo estaba en silencio. Y sin embargo, se podían escuchar leves murmullos. Era lo mismo de siempre. Lo que te rodea. Eran las mismas gentes. Eran las mismas promesas. Era la misma fe. Los mismos sentimientos. Las mismas ilusiones. Las mismas lágrimas. Era alegría. Era regocijo. Era reflexión. Era oración. En tu basílica se respira ESPERANZA. Y lo pude comprobar. Y me enamoraste.
Y llegó la Madrugá. Y te acompañé. Te seguí. Siempre hablándote. Y me estremecía la alegría de la gente que como yo, te seguía. ESPERANZA. Las calles huelen a ESPERANZA.
Niña guapa de San Gil. Reina Soberana. Madre de Dios.
ESPERANZA MACARENA. No hay que decir más.
¿Qué es el Rocío?
EL ROCIO es... un olé colectivo que, lanzado al aire por Andalucía, atraviesa valles y montes, campos y sierras, ríos y marismas, y, convertido en Salve, muere a los pies de la Blanca Paloma cuando se estrella contra las albas paredes de su Ermita.
EL ROCIO es... un retoño de mujer que duerme en su cama sonriendo feliz, porque tiene al cuello la medalla; y cuatro angelitos de esquina que lloran desconsolados porque, al no tener cuerpo, jamás podrán llevar al cuello la medalla del Rocío.
EL ROCIO es... Cientos, miles, millones de besos de medallas peregrinas, besando a Vuestra Madre en las Carretas, en los Simpecados, en los Estandartes, en los Pechos Peregrinos del Rocío
EL ROCíO es... un puñado enorme de hombres y mujeres que, habiendo sentido el toque rociero de Vuestra Madre, hacen de sus vidas, un compromiso auténtico de servicio a Ella, a Vuestra Madre
EL ROCIO es... un pueblo que se echa a la calle, o una mujer enferma que se asoma a la ventana, para decir adiós a los Romeros que inician el Camino.
El Rocío no se dice. El Rocío no se describe. El Rocío no se define. El Rocío se intuye. Se siente. Se vive. Pero no se define.
PD. Que tengáis buen camino, rocieros.