var isMobileBrowser=false;
El mar que estaba en mí, antes de ahora;
el mar que estuvo siempre, sin fatigas,
el mar que arroja a playas enemigas,
aquel mar que enceguece o que devora.
Siguió creciendo en mí, hora tras hora,
con su horizonte grávido de espigas,
sus olas acechantes o mendigas.
También, con sus mareas a deshora.
Pero ya no. Ya no. Y estoy vacía,
vacía de esa sangre que latía
como una herida por la sal cubierta
o un eco al disolverse en las arenas.
¿Y el mar? Borbota y sube por las venas
para rugir en mí. Yo estoy desierta.
No ocultes tu verdad porque haga daño.
Ni evites el dolor que está en tu vida.
Entrega lo que tengas -canto, herida-
Pero entrega: no pases como extraño.
Y no mientas jamás, que todo engaño
Deja su marca, tenue o definida,
Y hay luego en todo estar, algo de huída
Y en toda intimidad, algo de huraño.
Es como un devenir cierto y oscuro:
Se ignora la razón de lo inmaturo
Pero alguna presencia queda ausente.
Tal vez ni se adivina lo pasado
Y sin embargo hay algo desgarrado,
Perdido ya...irremisiblemente.
Necesidad de amar: desesperada
inquietud sin descanso ni sosiego
que modera su ímpetu andariego
solamente fugaz encrucijada.
Necesidad de amor inacabada.
Arder sin consumirse en todo fuego,
dar sin darse jamás, con desapego,
buscar, ceder, huir... Y luego, nada.
Necesidad de amor que como un ciervo
a su embrujo infernal, encadenado,
mantiene el ser en la bárbara tortura.
Y le deja al final el gusto acerbo
de algún fruto prohibido mal gustado
y una sed insaciable de ternura.
Cómo yo te amé
Jamás te lo podrás imaginar
Pues fue una hermosa forma de sentir
De vivir, de morir
Y a tu sombra seguir
Así yo te amé
Cómo yo te amé
Ni en sueños lo podrás imaginar
Pues todo el tiempo te pertenecí
Ilusión no sentí
Que no fuera por ti
Así es cómo te amé
Cómo yo te amé
Por poco o mucho tiempo que me quede por vivir
Es verbo que jamás podré volver a repetir
Comprendo que fue una exajeración
Lo que yo te amé
Cómo yo te amé
No creo que algún día
Me lo quieras entender
Tendrías que enamorarte como lo hice yo de ti
Para así saber
Cuánto yo te amé
Un día te querré... Un día: ¿cuándo?
No lo sé, ni me importa, todavía.
Tan segura de amarte estoy, un día,
que ni anhelo ni busco, voy andando.
Mi mano que la espera va ahuecando
hoy reposa indolente, blanda y fría.
Un día te querrá... Hoy sólo ansía
encerrarse en la tuya, descansando.
Mi amor sabe aguardar. No es impaciente:
su deseo es arroyo, y no torrente
que hacia ti, con certeza, sigue andando.
Y una tarde cualquiera y diferente
me ha de dar a tu amor, serenamente.
Un día te amaré: ¿qué importa cuándo?