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Le dijeron que el mar tenía todas las respuestas. Por eso, cada amanecer, mientras todos dormían, Ella iba a contarle sus sueños e inquietudes. El mar, la escuchaba atento y le contestaba con sus olas. Pero había una pregunta de la que nunca obtenía respuesta.
Aquella mañana, se levantó decidida a resolver su gran duda. Se sentó en la orilla y al soltar su eterna cuestión, esta se convirtión en un matojo de algas y ramas secas. El mar se agitó y una gran ola la sumergió. Asustada, cerró los ojos, temerosa de que la ola la arrastrara incluso a ella.
Se hizo el silencio. Al abrir los ojos, su pregunta se estaba transformando en espuma y se iba deshaciendo poco a poco al calor del sol, diluyéndose entre naranja y azul...hasta volver al mar.
No obtuvo más respuesta. Quizás...porque en lo más profundo de ella...habitaba el miedo a conocer la verdad.
Y es que el mar no tiene todas las respuestas, pero a veces ayuda a disolver las preguntas.
Côte Sauvege. Quiberon
No sé si el mar disuelve las preguntas, pero nos ayuda a desdramatizarlas. Bonitas palabras....
Saludos.