ESA NOCHE

¿Recuerdas tú la caricia
furtiva al amanecer,
que provocó una sonrisa
y un gemido de placer?

Me refiero a esa misma,
yo sé que la estás pensando,
Aquella que con carisma
poco a poco fue exitando
cada poro de mi cuerpo
que sin querer fue sudando

Has memoria, no te escondas,
sé que quieres acordarte.
Espero que me respondas
pues quiero hacer sonrojarte.

Ya la sangre se vislumbra
en tus mejillas rosadas,
que se ven muy alteradas
como en aquella penumbra.

Tu mano bajando lento
temblando sin darse cuenta
quitando la vestimenta
y callando mi argumento.

¿Ya por fin haces memoria
de tus dedos recorriendo
mi piel de forma aleatoria?
¡Y claro que fue estupendo!

Tu lengua tibia besando
mi cuello que te anhelaba,
aquel que tanto esperaba
lo que allí estaba ocurriendo.

Mis manos tan inexpertas
colándose entre tu ropa
y tras una dulce copa
se volvieron más abiertas.

Palpando tu pecho tibio
donde yo me refugiaba,
sintiendo con gran alivio
que la temperatura aumentaba.

Con gran pena desnudaba
no solo el cuerpo en el acto
mi corazón regalaba,
sin ambición en dulce pacto.

¿Ahora sí lo recuerdas,
mi cuerpo encima del tuyo?
Por tu mirada perdida
aunque no estoy segura, lo intuyo.

¡Déjame ayudarte a hacer memoria!

Una voz entrecortada
rompiendo todo silencio
de la clara madrugada
de aquel día que reverencio.

El sonido apasionado
del gemido casi ahogado
que se escondía temeroso
en el silencio doloso
de la noche seductora.

¡Y es que aquello se añora!
tenerte acostado en mi lecho
que toques tímidamente mi pecho
y me beses sin demora.

También mi cuerpo desea
que mi mente le conceda
recordar como sabía
tu lengua junto a la mía.

Y una última cosa,
quisiera que concediera
el recuerdo de mi mente:
¡Que no se vuelva quimera
la magia de lo cóncavo y convexo!