Aloe....

Miradas desde el taller.......

Uno de mis ultimos trabajos en piedra!

¡QUE PASEIS UN BUEN DIA!
Salud!
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El ASUNTO DE LAS CESIONES DE CREDITO.

El Santander montó en los años 80-90 una trama para captar clientes de alta posición económica en los que la titularidad de las cuentas de éstos estaban a nombre de otras personas para escapar al control de Hacienda y no pagar impuestos. De poner las cuentas a nombre de otros titulares se encargaba el banco, la red de oficinas extendida por toda España, y se buscó a gente que no se enterara de lo que estaban haciendo.
Se hizo figurar como contratantes del mecanismo ideado para defraudar al Fisco a monjas de clausura, indigentes, enfermos terminales, mendigos, incluso personas que ya habían fallecido o a emigrados a Venezuela que desconocían que su nombre estaba siendo usado como tapadera de una nómina inacabable de miles de defraudadores (más de 47.000 operaciones, 426.000 millones de pesetas ocultados) a Hacienda atraídos por los reclamos de “opacidad” del Banco de Santander, que en aquel momento llegó a sacar un anuncio, con una palmera de fondo y todo, en que se sugería “ven al Paraíso Fiscal, ven al Santander.” Junto con la guerra de las “supercuentas” este fue uno de los movimientos que encumbró a Botín como jefe la oligarquía y mayor banquero del país, literalmente le robó (además de a Hacienda) a los otros bancos sus mejores clientes.
El asunto salió a la luz, Botín tuvo que ir a juicio y cuando ya estaba a punto de ser condenado, salió el Tribunal Supremo inventándose una nueva norma -que desde entonces se conoce como "doctrina Botín"- que anulaba todas las anteriores –y que, ojo, tampoco se le ha vuelto a aplicar con posterioridad a nadie– y que decía que las acusaciones populares no tenían capacidad jurídica para llevar adelante un juicio si el fiscal retiraba la demanda y la acusación particular llegaba a un acuerdo con el denunciado. En el caso de Botín, la fiscalía retiró la demanda, la acusación particular llegó a un acuerdo, y las acusaciones populares no pudieron seguir adelante con el juicio, por lo que Botín quedó exonerado de cualquier responsabilidad económica o penal.
Para rizar el rizo, entre medias de un caso que se preveía que duraría varios años, la Sección Primera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, la que veía el caso, dirigida por el juez Gómez Bermúdez (el que fue después el juez de los atentados del 11-M), aprovechó falsamente una modificación de un artículo del procedimiento procesal –que sólo había cambiado su número en el ordenamiento, no su contenido–, dictaminando que eso bastaba para aceptar la demanda de los abogados de Botín para que no se sentará todos los días que duró el juicio en el banquillo de los acusados. Tampoco se conoce que después de ese caso se haya invocado ese cambio para permitir a un inculpado que no se siente en el banquillo.

Otro ejemplo de creación de un espacio de impunidad ad hoc (hecho a la medida) es el de los Albertos, dos prominentes miembros de dos de los clanes históricos y de mayor renombre de la oligarquía (los Cortina y los Alcocer, varias veces ministros con Franco) que también fue un escándalo. Vendieron por una auténtica millonada a los kuwaitíes los terrenos donde después se levantaron las torres KIO. Pero lo ocultaron a sus socios, haciéndoles creer que lo habían vendido a un precio muy inferior, quedándose ellos con el resto del dinero, que invirtieron en la constructora ACS, la de Florentino Pérez y los March de los que hoy son sus segundos mayores accionistas, en el Grupo Prisa y en otras empresas monopolistas. Tras las denuncias de sus socios, todos los tribunales fueron fallando en contra de los Albertos, en un caso tan claro de robo y estafa. Todos, hasta que el último recurso de los Albertos ante el Tribunal Supremo fue convenientemente dilatándose en el tiempo, hasta que el Tribunal lo tomó en consideración... para absolverlos porque tras el tiempo transcurrido los delitos habían prescrito.

Esta actuación de las estructuras jurídico-políticas del Estado en favor de estos miembros de los núcleos oligárquicos, creando espacios de impunidad para su corrupción, robo y saqueo, contrasta por oposición, por supuesto a como actúa esa misma justicia con las masas, pero también con la realizada con otros poderosos, pero menos, considerados como advenedizos por la propia oligarquía financiera, como Ruíz Mateos, Mario Conde o De la Rosa. Su condición de "advenedizos" para la clase dominante hizo que, a diferencia de aquellos, sí tuvieran que pagar sus robos con la cárcel, con su fortuna, o con ambas cosas.
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