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Cada día es una esperanza que se renueva... O al menos eso quiero creer.
Estoy cansada de acabar la jornada cotidiana cansada y estafada. Estafada en el sentimiento, que es donde verdaderamente duele. Te esfuerzas, luchas, te superas, das lo mejor de ti y cedes, y perdonas, y comprendes... Y a cambio, sonríes irónicamente cuando cae la noche, cuando por fin es todo silencio y puedes contemplar lo que has vivido hoy y ayer y otros muchos días con los ojos distanciados. Sonríes cuando te dice alguien que lleva semanas sin aparecer por tu blog, que casi lo visita todos los días... Sonríes cuando ves que la fe en la responsabilidad de otro se desvanece entre mentiras y distanciamientos... Sonríes y piensas que mañana será otro día, otro empeño para renovar las esperanzas, para llenarte de la fuerza que necesitas para terminarlo... Y sonríes al ver que la carne de tu carne sale adelante con tu esfuerzo, con tu lucha, sin ayuda... Y ahí está lo que te alienta a seguir, a pelear. Porque no le dejaré un legado millonario a mis hijos, no, qué va... Pero les he enseñado muchas lecciones importantes de la vida: la de la comprensión, la del perdón y la de la responsabilidad... Por muy gris que sea el día, el amanecer siempre es bello... quizá porque llega para darnos a todos una oportunidad ante la esperanza...