Columna de Pompeyo Alegandria

Alejandro heredó de su padre Filipo II, rey de Macedonia, un mundo griego unido a costa de su poderío militar, y que dominó a las “polis” en un momento en el que hasta el esplendor de Atenas había sucumbido por las disputas entre ciudades.
A cambio de la pérdida de la independencia Alejandro dio a las “polis” griegas la oportunidad de la expansión al rico Oriente, el único lugar en el que había algo de interés y grandes riquezas. Aprovechó además el sentimiento de rencor que todavía existía por los años de guerras contra el Imperio Persa (Guerras Médicas). Con estos factores consiguió un gran ejército de mercenarios greco-macedonios en una gran cruzada panhelénica a la conquista de los Bárbaros.

En 10 años el “Hegemón” Alejandro había llegado hasta la India en un viaje de conquista que quizás no haya tenido par en la historia, tanto por la magnitud de los territorios como por la influencia que tuvo posteriormente. Curiosamente Alejandro “El Grande” murió volviendo de su última conquista a los 33 años. En estos años la visión de Alejandro fue más allá de la simple conquista de territorios, riquezas y poder. Se casó con una princesa persa y promovió el mestizaje entre sus soldados y las mujeres indígenas, con el fin de afianzar un imperio mundial amalgamado mediante mezclas y traslados. A esto se unió los miles de años de cultura propia de muchos de los territorios conquistados, como Egipto y Mesopotamia.
Aunque no fue un mestizaje igualitario, pues las élites de los pueblos conquistados fueron helenizadas, el griego se convirtió en la primera lengua universal ( Koinê ), se unificó una moneda común, se crearon y mejoraron ciudades, se desarrolló el comercio como nunca y las ideas de los grandes filósofos griegos fueron absorbidas e interpretadas por los pueblos sometidos. Se podría decir que esta fue la primera “Globalización”, pues tenía un carácter cosmopolita y unitario, en la que la Ciudad de Alejandría destacó como ninguna y en donde se vieron reflejados t