A FLOR DE PIEL

Es una idea de película de la que habla muy en serio Jonathan LeBlanc, responsable de desarrollo global de PayPal. Para esta empresa de pago por Internet, la identificación del usuario es crucial. Por eso prestan atención a nuevos sistemas de verificación biométrica estilo Misión imposible, como las microcápsulas comestibles (o inyectables) que identifican a su portador y hacen innecesarias las olvidadizas contraseñas.

Estas capsulitas son una maravilla, dicen, porque también pueden albergar sistemas para monitorizar los latidos del corazón o el nivel de glucosa, entre otras cosas. Las posibles funciones de esta identificación son muchas: ya no serían necesarios otros sistemas de reconocimiento, como la huella dactilar. Y, además, la geolocalización del portador de la cápsula identificativa sería muy sencilla: se puede uno perder, pero te encuentran. Una empresa sueca (dedicada a la tecnología) ya invita a sus empleados a implantarse un microchip bajo la piel y prescindir de la tarjeta de acceso a la oficina e incluso del dinero para la máquina del café: con solo acercarse, la máquina identifica al empleado y se pone en marcha.

(XLSEMANAL)

Escalofríos me poduce esta noticia. Algo que hemos visto en películas de ciencia ficción  ya no es tal. Es real.

En aras de la seguridad iremos perdiendo poco a poco cada vez más libertad. Nadie nos robará la contraseña, ni por fáci ni por previsible, estaremos identificados al momento y no necesitaremos más los pasaportes ni los carnets de identidad. No tendremos que llevar ni un céntimo con nosotros. Nuestro médico recibirá en su base de datos todas nuestras coordenadas físicas. Nos reconoceran en cualquier sitio, pero adiós a la privacidad. Todos sabrán en cualquier momento donde estamos. Habrá que ver si los usuarios se prestan a tragarse los chips que terminan con el anonimato.

Todo se verá consignado en ese chip que se verá bajo la piel, sobre la carne. A flor de piel, pero a mí, la piel se me pone de gallina...

Parecerá que llevamos una coraza como la del soldado del paso de Semana Santa.

¡Qué miedo!

Besos.