A MI SOFÁ

A mi sofá lo quiero porque no me reprocha las huellas que le he dejado,porque me acepta sin preguntas cada regalo que la noche me deparay me ofrece su calor sin importarle cada calor que llega A mi sofá lo quiero porque calla ante las novedades del hado.Es el cómplice tacirtuno de mis devaneos amatoriosy tiene dibujada cada sonrisa que ha encontrado en élsu refugio junto a mí.                             

A mi sofá lo quiero por amplio y generosoporque no me reclama con celos ante la variedad que le concedome sirve siempre de bastidor para mis pasionesy ampara todas mis confesiones carnales. A mi sofá lo quiero porque acoge siempre sosegado el nuevo timbre de vozque ha de guardar discreto entre sus espumas,resignado a seguir siendo el fiel y mudo testigo de mi vida.
(Agustín Franco: A mi sofá)

No se sabe qué es lo que tiene el sofá de uno que no tienen los demás...quizá es que lo hemos hecho nuestro dejando en él las huellas de nuestro cuerpo, como si fuera un molde...es nuestro cómplice, nuestro refugio, incluso más y mejor que nuestra cama.
Y no por ser mejores, con tapicerías magníficas nos va a gustar más. No siempre es el más cómodo. Fíjate en el fabuloso tresillo de la foto. Antiguo, señorial, pero donde casi nos sentamos envarados, por miedo a rozarlo.

Mi sofá es blandito, cómodo, con almohadas para colocarlas estratégicamente y un sofá vivido, eso desde luego. Y mi sitio es sagrado. Como dice la canción: "Y al despertar me sentaré en mi lado del sofá para esperarte una vez más".

Besos.