A SALVO TRAS LOS MUROS

Él siempre fue muy valiente. Y muy resiliente, supongo... parece que es la palabra de moda. No es que no sintiera las cosas, le vi llorar muchas veces, pero sabía lidiar con la decepción, con las penurias y con el dolor; se volvía a poner de pie y seguía adelante, siempre. Y no es que fuera uno de esos locos que se niegan a reconocer la adversidad, sino que aceptaba que la vida es injusta.

Quería que comprendieras qué bálsamo es el amor. Qué significa compartir la vida con alguien, compartirla de verdad, de modo que poco importa lo que pase  más allá de los muros que habéis levantado. Porque el mundo está lleno de ruidos y aunque la vida está llena de alegría y cosas maravillosas, también existe la maldad, el dolor y la injusticia.

(Kate Morton: La hija del relojero)

Verrdades como puños dicen los dos pequeños párrafo de esta novela. Define qué es exactamente la valentía y el saber hacer frente a las cosas que nos suceden. Tiene razón en lo de aceptar la adversidad sabiendo que la maldad y la injusticia campan a sus anchas. Así es más fácil vencerlo así y no se debe nunca bajar la cabeza o meterla debajo del ala como las avestruces.

Y me encanta cuando al final define el poder balsámico del amor y la fuerza que se consigue yendo juntos y estando a salvo tras los muros de nuestro hogar. No hace falta poner almenas como en la muralla de la Macarena para sentirse a salvo de los malos. Hay otros sistemas.

Besos.