AMBICIÓN EN ESTADO PURO

EL DEDO, DE FENG MENG-LUNG

Un hombre pobre se encontró en su camino a un antiguo amigo. Éste tenía un poder sobrenatural que le permitía hacer milagros. Como el hombre pobre se quejara de las dificultades de su vida, su amigo tocó con el dedo un ladrillo que de inmediato se convirtió en oro. Se lo ofreció al pobre, pero éste se lamentó de que eso era muy poco. El amigo tocó un león de piedra que se convirtió en un león de oro macizo y lo agregó al ladrillo de oro. El amigo insistió en que ambos regalos eran poca cosa.
-¿Qué más deseas, pues? -le preguntó sorprendido el hacedor de prodigios.
-¡Quisiera tu dedo! -contestó el otro.

Este relato es tan corto como sobrecogedor. Demuestra la ambición y la falta de escrúpulos que a veces muestran los seres humanos y cómo a veces la generosidad es mal entendida y siempre se quiere más y más. En cierto modo, muchos seres humanos son insaciables y no sólo lo digo desde el punto de vista económico. Se ambicionan cosas materiales pero también otras menos tangibles como el poder, el prestigio social, la notoriedad y se puede caer en un pozo sin fondo. El que tiene una casa quiere otra mejor, el que tiene un buen trabajo ansía otro de más prestigio y en el plano de la política, la ambición no tiene límites. En este caso, como en la historia, la amistad y la generosidad del amigo no existen. Ya se suele decir eso de que hay amigos, enemigos y compañeros de partido.

El más grande, el más brillante, como las cajas de regalos que este año han instalado en la Plaza Mayor. Opiniones para todos los gustos.

Besos.