ÁRBOLES DEL PASEO DE LA CONCHA

A lo largo de la ciudad de San Sebastián podemos encontrar una gran variedad de árboles. Pero de todos ellos, el más conocido es, sin duda, el tamariz. El tamariz se ha hecho famoso principalmente por ser el árbol del Paseo de la Concha. Está plantado a lo largo de todo el paseo, desde los Jardines de Alderdi Eder hasta la Zona de la Perla.  El tamariz llegó a Donostia en los comienzos del siglo XX de la mano de un concejal del Ayuntamiento de San Sebastián, Agapito Ponsol, que durante un viaje a la costa francesa descubrió este árbol. Junto con Pierre Ducasse, el jardinero municipal de la época, se percataron de que era un árbol de tronco robusto que resistía bien las inclemencias meteorológicas y la sal, por lo que se propuso colocarlo en el Paseo de la Concha. 

Su propuesta se recibió de buen agrado en la ciudad, ya que hasta la fecha ninguno de los árboles plantados había conseguido frenar el viento y los temporales del Mar Cantábrico.  Todos eran derribados y arrastrados, o en el mejor de los casos las ramas eran arrancadas de los troncos. Además, el tamariz es un árbol que necesita pocos cuidados y no es muy exigente con las condiciones medioambientales.  La elección perfecta para Donosti. Otra de las características del tamariz es las diversas formas que puede adoptar su tronco. Podríamos decir que no hay dos árboles iguales en todo San Sebastián. En nuestra opinión aporta una belleza de gran valor a aquellos espacios en los que ha sido plantado. Los suelos salinos son propicios para que crezcan, por eso los tamarices han aguantado tantos años en el Paseo de la Concha, y ójala sigan cono nosotros muchos años más porque es un árbol precioso. Sin duda, es el árbol emblema de la ciudad de San Sebastián.

(H.Monte Ulía)

Los tamarices, que no tamarindos como muchos los llaman de manera equivocada, no pasan inadvertidos. Chocan sus troncos que en invierno han perdido las hojas y han sido podados, por sus estrañas formas casi humanas o animalescas, del mismo modo que su color tan oscuro que a veces da la sensaciuón de que estamos ante árboles quemados. Ahora en invierno están así, como se ve en la foto y os aseguro que al verlos por primera vez, de noche y con una iluminación del Paseo no muy fuerte pueden llegar a impresionar. Según nos íbamos acercando parecían esculturas, como si fueran algo artificial. Después me informé y me enteré de qué árboles se trataba y de su historia. 

Seguro que a Joaquín, donostiarra consorte y amante de los árboles con historia (estos son de 1880, antes incluso que la preciosa barandilla que vimos ayer) esto le traerá recuerdos de sus primeros paseos por allí. La foto no es muy buena por las luces de las farolas que deslumbran un poco pero nos hacemos una clara idea.

Besos