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Es tan simple como infalible y consiste en alabar a quien quiera uno camelar su virtud menos destacada (da igual que se trate de un ligue, un cliente, un socio, etcétera). A un guapo, o guapa, por ejemplo, les aburre hasta las lágrimas que les hablen de su físico. Es más, les fastidia e incluso les deprime, porque ellos se consideran mucho más que una cara bonita. Lo mismo ocurre con una persona inteligente: hablar de sus dotes intelectuales es otro aburrimiento supino, como si no las conociera de sobra. Aun así –y el dato vale la pena tenerlo en cuenta–, la vanidad anula hasta la inteligencia más preclara de modo que el Einstein de turno cae como un pichón cuando se le dice que es sexi. Aunque sea más feo que pegar a un padre, da igual. Primero, porque, en efecto, hay feos muy sexis, y, segundo, porque, al ser esta una cualidad que depende de los gustos de quien mira, resulta perfectamente verosímil que uno encuentre sexi hasta a Quasimodo.
El mismo truco es extrapolable a otros muchos atributos. Así a un tonto le encanta que le digan que es perspicaz; a un inculto, que tiene sabiduría natural; a un tipo que solo se interesa por su físico, que es un filósofo en potencia; y a un empollón, que es divertidísimo y superenrollado. ¿No me creen? Hagan la prueba, la vanidad es el arma más útil y letal cuando se trata de seducir a alguien. Eso sí, hay que adular de modo verosímil: la gente es fatua, pero no tonta.
(Carmen Posadas)
Estas afirmaciones de Posadas son un compendio de reglas de seducción en pocas líneas. Y es curioso lo que dice, porque viene a ser evidente que la seducción, y no solo la amorosa, está estrechamente relacionada con la vanidad. Eso ya se sabía. Pero ella sostiene que para camelar a alguien hay que alabarle su virtud menos evidente, pero como en todo, conviene no pasarse porque de lo contrario suena a falso y echas para atrás al objeto de la seducción.
Lo que está claro es que “El arte de la seducción siempre consiste en dar con los puntos débiles de los seres humanos”, como dijo también Stieg Larson, en la misma línea de Carmen. De todas formas yo estoy de acuerdo en que todo pasa por la inteligencia. "Sin seres inteligentes no hay seducción. La hermosura que se puede encontrar en un cuerpo tiene que ver con una forma de percibirlo, y eso ya es pensamiento".
No sé las dotes de seducción del Arzobispo Fonseca hacia su amante, pero el Palacio que le regaló quizá influyera en ella en el Siglo XVI. Fíjate en las ménsulas tan maravillosas que soportan el balcón
Besos
Pues a mí no me importaría dejarme seducir por un palacio así, con sus ménsulas, sus logias y sus medallones platerescos. A lo mejor es vanidad, no sé; pero envidia sí, desde luego.
Buenas noches .
Vaya foto bonita .
Que belleza ...
La seducciónes un arte según dicen y creo que es verdad .
Vá mezclada un poco con la vanidda y sobre todo con la inteligencia ,tambien creo que es una tactica que no siempre sale bien .
Hay seductores que ,como se les nota a la legua no tienen exito y su fracaso vá sumado al cdesespero..ay esos desengaños ...
¿Y puede influir la seducción ,en la elegancia ?pues fijate que yo diria que si ...
Espero hayas pasado un buen dia .
Bona nit .
Un beso.
Buenos dias mi querida amiga, preciosas figuritas las que hoy nos dejas en esta imagen tan bella, creo que la seduccion es un arte como bien dice nuestro Joaki, hoy en dia ya casi desaparecido, un abrazo.
«Vanidad de vanidades, todo es vanidad», dice Salomón en el Eclesiastés 1:2.
Curioso artículo de Carmen Posadas, que nos muestra de alguna manera los caminos de la seducción.
Besos
corremundosHace 17 minutos
eliocroca2Ayer a las 22:04
Joaki-007Ayer a las 18:56
angela.69Ayer a las 16:09
gkane05/12/2024