CALENTAR LOS CASCOS

Suele utilizarse la expresión ‘Calentar a alguien los cascos’ para indicar la acción de atosigar, malmeter, agobiar o inquietar a una persona diciéndole, insistentemente, una serie de cosas (por ejemplo, preocupaciones).

Los cascos a los que hace alusión la locución no son los gorros que se colocan en la cabeza para protegerse, sino a las pezuñas del caballo, comúnmente conocidas con ese término (que es donde van colocadas las herraduras). Y es que originalmente la expresión se refería al hecho de forzar a un caballo (por ejemplo cabalgando en un largo viaje sin descanso o teniéndolo muchas horas entrenando). Las  herraduras  con la fricción continua con el suelo acababan ‘calentándose’ y, por tanto, las pezuñas del equino (cascos) sufrirán daños.

Cabe destacar que uno de los muchos sinónimos que se le da al cráneo es el de casco (que proviene de ‘cáscara’, por ser lo que recubre la cabeza), esto es lo que hace pensar a algunas personas que la expresión hace referencia a calentar el cráneo y no al origen que realmente se le debe dar relacionado con los pezuñas de los caballos.

(Alfred López)

Gente que atosiga, que malmete, que agobia y que inquieta hay mucha. Seguro que en nuestro entorno conocemos a más de uno así, o incluso nosotros mismos somos de esa condición. Depende también de la persona a la que se pretende atosigar, porque hay quien es presa fácil y enseguida se la malmete contra algo o alguien y en cambio otras personas tienen temple y las ideas más claras y no se dejan fácilmente influir por los demás.

El "malmetededor" en general una vez que lo ha hecho y ha encismado a su víctima consigue quedarse al margen de todo y es el otro el que da la cara y las más de las veces el que queda mal, al que calientan los cascos. Como dice el texto el casco es el del caballo, al que tanto se ha atosigado en la carrera que se acaba haciendo daño. No sé si sería el caso de los  dos caballos que iban bajo estas armaduras. Pobres, bastante tenían con mantenerse en pie.

Besos.