COMPLICACIONES ROBÓTICAS

Mi coche, un anquilosado término para definir al vehículo cargado de electrónica autogestionada que me lleva a diario, se transformó en un ladrillo sin control regresando del trabajo anoche. La diosa Fortuna evitó que me estrellara contra los árboles laterales de la carretera. De haberme incrustado en ellos, alcohol o somnolencia hubieran sido las conclusiones del accidente. Nunca se hubiera diagnosticado el «fallo de mecanotrónica» del robot como el causante de la situación, tal y como lo describieron en el taller oficial de la marca. Y así, tan fríamente, concluyó otro caso, no investigado, de un presunto robot homicida. Hay millones de ellos circulando y en ninguno de sus códigos binarios está la primera ley de Asimov para los robots. «Un robot no puede dañar a un ser humano». Se deberían diseccionar a fondo estos circuitos con ‘fallos mecanotrónicos’ o añadirles una caja negra que registre sus decisiones, en lugar de desguazarlos sin más. Queda demostrado que también se equivocan, incluso sin ser humanos. 

(Felip Vidiella)

Como dice Lorenzo Silva, nos guste o no, estamos digitalizados. Todo pasa por máquinas y ordenadores que programan la mayoría de actividades que realizamos a lo largo del día. Ya no sólo es cuestión de hablar de los pilotos automáticos de los aviones que van funcionando por un ordenador ellos solitos. Y lo malo es que a veces, por H o por B, se produce una caída, un fallo informático y todo se va al traste como ha ocurrido con ese módulo espacial que los europeos hemos mandado a Marte y que al ir a ¿amartizar? se estrelló por un fallo informático.

Nuestros propios coches, como cuenta la persona que escribe su queja, se han convertido en robots y nos dejan poco margen de maniobra. Lo que era mecánica ahora es electrónica y al lado de nuestro volante tenemos un auténtico ordenador digital a bordo. Se supone que eso es el progreso y que nos facilita las cosas, pero se procuce eso que llaman "fallo de mecanotrípica" y el coche se convierte en un robot homicida. O se desprograma y la llave no funciona y no nos deja arrancar y ni siquiera abrir las puertas.

Esto me ha recordado una foto que hice a una relojería en Ginebra, "Muller, master of complications". Maestro en complicaciones. Pues vaya. Qué tiempos en los que se daba cuerda al reloj tan ricamente.

Besos.