CUANDO LAS RANAS CRÍEN PELO

A simple vista, ninguna de las especies animales podría sobrevivir a un meteorito gigante. Ocurrió con los dinosaurios y con la mayoría de las especies silvestres que habitaban la Tierra. Al desastre le siguieron tres años de duro invierno en el que las temperaturas se desplomaron y la fotosíntesis realizada por las plantas se paralizó. Pero hubo un ser diminuto que aguantó esta embestida del cosmos, y no, no eran las cucarachas, como popularmente tendemos a atribuir estas insólitas capacidades de supervivencia: se trataba de las ranas. El meteorito ocasionó la pérdida del 75% de las especies terrestres de la noche a la mañana. Aquellas que no necesitan un suelo firme para vivir, como las aves, murieron de inanición a los pocos días, y todos los reptiles, mamíferos y cetáceos perecieron como causa del desastre. A las ranas, en cambio, no les fue tan mal. A pesar de los incendios, la lluvia ácida y el desplome de las temperaturas, algunos de estos animales sobrevivieron debido a su tamaño: ni demasiado grandes ni demasiado pequeñas. Si el clima de un hábitat cambia bruscamente, las ranas de mayor y menor tamaño se enfrentan a grandes desafíos, mientras que las que tienen unas dimensiones medias alcanzan un punto óptimo en el que pueden absorber agua lo suficientemente rápido como para retenerla durante más tiempo. Así que  las ranas de tamaño medio son las más aptas para sobrevivir en caso de una gran catástrofe natural, ya que "tienen el tamaño óptimo para manejar el estrés ambiental".

(ACyV)

«Cuando las ranas críen pelo» es una expresión bastante habitual en español y hace referencia a una posibilidad remota. Se utiliza para decir que harás o que pasará algo cuando se produzca un evento muy poco probable. Semánticamente es lo mismo que decir que no sucederá nunca. Pues aquí tenemos a las ranas, sin pelo, pero que son más resistentes de lo que creemos. SEgún los científicos parece ser que fueron de las pocas especies que sobrevivieron a la destrucción que el meterorito hace millones de años causó en el planeta. Y las razones que dan son precisamente que no son ni demasiado grandes ni demasiado pequeñas. 

Se puede extraer una moraleja, pasaron más desapercibidas, los enormes dinosaurios nada tuvieron que hacer, ni las aves ni los pequeños insectos, pero ellas aquí se quedaron resistiendo. En este caso sí hay que darle la razón a ese dicho de que el tamaño SI importa. Hay quien las detesta pero hay quien las ama, como es el caso de Cameron Díaz: "Yo besaría a una rana, incluso sin que existiera la promesa de que un príncipe azul saldría de ella. Me encantan las ranas.“ Yo no creo que pudiera hacerlo nunca. Salvo a las de la Fuente de las Ranas del Parque de María Luisa sevillano. Bien saladas que son.

Besos