DE PERDONES Y OLVIDOS

El acto de perdonar se suele relacionar con la religión o con el pecado y no con una dimensión terapéutica, tal como se  defiende basándose en avales científicos. «A nivel biológico y mental el perdón actúa en zonas del cerebro que permiten desarrollar la empatía y la búsqueda de recursos para la resolución de problemas. Es una habilidad social pero también es un elemento de salud y una inversión en calidad de vida a medio y a largo plazo"

Pero, además ese frecuente vínculo entre el perdón y la religión no es la única interpretación errónea que se hace sobre este concepto. Estas son, según explica, algunas de las más frecuentes y que más contribuyen a alejarlo de su dimensión terapéutica: perdonar no es no reaccionar, perdonar no es olvidar, perdonar no es justificar, perdonar no es un signo de debilidad, al revés, el perdón es un proceso de liberación, integración y comprensión que permite transformar la vida en un don.

(Raquel Alcolea)

El tema del perdón no es algo fácil de abordar, todos decimos que sí, que perdonamos, pero luego añadimos que no olvidamos, con lo cual la cuestión queda un tanto difusa. Parece que ser que si se perdona, no está mal el recordarlo, porque de este modo se pueden recoger las enseñanzas que este hecho nos trajo.

Después está la pregunta que nos podemos hacer acerca si hay algo que realmente sea imperdonable. Hay quien piensa afirmantivamente, que hay cosas que no se pueden perdonar por muy generosos que intentemos ser, pero lo que también es verdad es que esto de no perdonar lo único que hace es hacer crecer una semilla de odio en nosotros mismos, algo que nos impide ser felices. No es nada fácil el saber perdonar pero sí que es algo terapeútico, no hace falta que os lo diga un psicólogo, cuando lo hacemos y es sincero, no te imaginas la losa que te has quitado de encima.

Nada  como compartir mesa, con tranquilidad y una bebida con fruta de todo tipo, hasta el punto que no se sabe si es un cócktail o un postre. Delicioso...

Besos.