EL BIENESTAR DE LAS PERSONAS

Quiero aportar mi granito de arena a la felicidad mundial, ¿qué hago?

Es lo que intentamos averiguar. Pero es una pregunta difícil. Imagine que quiere donar seis mil euros. ¿Qué es mejor? ¿Comprar mil mosquiteras contra la malaria que protegerán a mil niños; hacer una transferencia de mil euros a seis familias; o tratar a 45 personas por depresión mediante psicoterapia? 

 Algunos son escépticos a la hora de poner números a los sentimientos, pero si queremos saber cómo va la vida de la gente hay que preguntarles. Y los resultados son sorprendentes. La salud y la riqueza no son importantes en sí mismas, solo importan porque mejoran nuestro bienestar subjetivo. El dinero y el éxito cuentan mucho menos de lo que la gente piensa para ser feliz. Esto se conoce como 'la paradoja de Easterlin'. El PIB per cápita aumenta en Occidente desde los años cincuenta del pasado siglo, pero los niveles de felicidad están estancados. Las relaciones personales, la conexión emocional, cuentan más. Sí, hay un efecto contagio. Que haya personas amables a tu alrededor, en tu trabajo, ya es un buen comienzo. Y, además, ahora, por primera vez en la historia, es posible aumentar la felicidad individual y colectiva, y medirlo con rigor, siguiendo métodos científicos, gracias a los análisis de los datos de cientos de estudios realizados en los últimos años. Pero es una línea de trabajo que no ha hecho más que empezar. Nadie puede decir con absoluta certeza cuáles deberían ser las prioridades. Esto nos indica que la salud mental debería tener más peso en los presupuestos de ayuda al desarrollo de gobiernos y oenegés. Es una urgencia que la pandemia ha acentuado. Hace falta más investigación, pero todo indica que la salud mental es uno de los problemas más acuciantes del mundo.

(Michael Plant)

He estado un rato pensando en la pregunta que encabeza estas reflexiones de un profesor de Filosofía moral de la Universidad de Oxford que estudia el bienestar emocional. Y no sabría qué responder respecto a la hipotética donación de los seis mil euros. Podríamos pensar, siguiendo unas miras más amplias, que la primera opción, pero no nos pueden asegurar que llegaran a su destino. La segunda posibilidad parece más factible si se conoce a las familias destinatarias de esa cantidad. Pero si seguimos leyendo el artículo parece que uno de los problemas que más acucian al mundo actual es el de la salud mental. Tras la pandemia es un hecho que la estabilidad emocional se ha debilitado y las depresiones y los suicidios están, por desgracia más presentes, a la orden del día. Todos nos hemos vuelto más vulnerables. Y como dice el filósofo, si el dinero no da la felicidad en los países occidentales  quiere decirse que los niveles de felicidad están estancados.

Procuremos trabajar más lo emocional, rodearnos de personas amables porque, según parece, el efecto contagio está asegurado y estos contagios y no los otros son los que nos están haciendo falta. Y el bienestar que procura la contemplación de la Plaza de Anaya, con la catedral en un lateral, un luminoso día de junio, siempre nos aportará una pequeña dosis de bienestar.

Besos.