EL ROSCÓN DE REYES

El roscón de Reyes es uno de los productos tradicionales con más raigambre cultural y gastronómica en nuestros paladares y que, como todos los años, no podrá faltar en las cocinas y salones de las familias. La historia siempre se comprende a través de los detalles más cotidianos y sencillos de nuestra cultura presente, por lo que merece la pena echar la vista atrás para conocer de dónde proviene la tradición y cómo llegó a nuestras vidas y a día de hoy pervive. 

Sin embargo, la costumbre de comer el roscón no tiene sus orígenes en las festividades cristianas, sino al contrario, en las paganas. Como tantas otras formas culturales, fue absorbida por el cristianismo con el paso de los años y los siglos. En su origen, era un dulce que se repartía en las saturnales romanas y el haba, que ahora tiene una connotación negativa para quien lo encuentre en su plato, entonces era motivo de celebración, pues el esclavo al que le tocaba era condecorado con el título de 'Rey de reyes' y tenía derecho a un día libre.  En aquella época, en torno al siglo II, el roscón tenía forma redonda de torta y se elaboraba con higos, dátiles y miel. Y ahora, en el presente, se cocina con masa dulce y en forma de cero, acompañado y adornado con rodajas de fruta confitada, escarchada o cristalizada de vistosos colores.

(E. Zamorano)

Como en muchas de nuestras tradiciones cristianas muy arraigadas en la civilización occidental, también el Roscón de Reyes tiene un origen pagano. Como se lee se remonta a la época romana y fue absorbida y actualizada para el resto de la historia, pasando del Rey de Reyes al Roscón de Reyes.

Las variantes que ofrece ahora son múltiples, siempre adornado con fruta escarchada y con o sin relleno, desde nata a chocolate, pasando por crema o trufa. Para todos los gustos. En Francia, 'Le Roi de la Fave'  y el Portugal,  'Bolo Rei'  tienen la misma costumbre. Comparten la tradición que sirve para juntar a la familia y celebrar este día especial.

En la foto, un pedazo del que comimos anoche y que hoy todavía remataremos. Y será el último exceso culinario de la Navidad.

Besos.