ENFADARSE DE VEZ EN CUANDO

Socialmente, existen las «emociones edulcoradas», aquellas emociones que endulzamos para que parezcan, a la vista de otros, más suaves o dulces pero, ¿sabemos realmente el resultado de enmascarar o controlar nuestras emociones?

Cuando pretendemos controlar la ira o el enfado éste no desaparece sino que, poco a poco, puede ir aumentando hasta que a la que te descuides, explotas en las situaciones más inesperadas o incluso con las personas de mayor confianza. El control hará que aparezcan y se expresen con mayor intensidad porque toda emoción reprimida, lucha por ser escuchada.

Es por este motivo que dedicamos la meditación de esta semana al enfado porque será mejor escucharnos, atendernos, validar nuestras emociones y aprender a explorarlas para transitarlas de la manera más saludable. Porque ya que no somos perfectos, aprendamos a acompañarnos en lo que más y en lo que menos nos gusta.

(Belén Colomina)

Yo, que soy muy refranera, siempre he escuchado un dicho acerca de enfadarse en su momento y lo beneficioso que puede ser. Se dice que es mejor poner una vez la cara colorada que ciento amarilla. Es decir, no controlar tanto el enfado y las emociones negativas porque a la larga es perjudicial para nosotros y para el entorno. No es bueno guardarse todo dentro porque nos puede hacer aún más daño. Es preferible pasar por un momento de sofocón y quedar a gusto, sin malos rollos internos.

Cuando veo esta hermosa estampa de la Facultad de Filología de mi Universidad, sacada desde el atrio de la Catedral, solo genero emociones positivas, hermosas, por lo que se ve desde fuera y lo que se hace dentro. Una mañana otoñal, lluviosa que no le resta nada de su belleza, más bien al contrario. Pero en las condiciones actuales, todo es tan preocupante, tan negativo que la serenidad de estar allí se pierde, se quiera o no. Me siento enfadada con todo y todos. Ya vendrán tiempos mejores. Esperemos.

Besos.