En su Viena natal adquirió extracto de aceite de menta (pfefferminz) y con sus conocimientos de química elaboró unos pequeños y planos caramelos que servían para refrescar la boca y, sobre todo, para enmascarar el mal aliento que dejaba el tabaco (no solo de fumar sino de mascar, muy de moda en la época). Para el nombre de su invento decidió realizar un curioso acrónimo con las letras ‘p’, ‘e’ y ‘z’ del término ‘pfefferminz’.
(Alfred López)
Mira que es curioso el mundo de los acrónimos, que los hay en todas las lenguas. Lo que ocurre es que no siempre las iniciales conforman una palabra legible y pronunciable como RENFE por ejemplo...
Yo siempre pensé que el nombre del caramelo tenía que ver con el animalito en cuestión, pero no. En este sentido yo estaba pez. Pero para rizar más el rizo, en esta expresión tampoco es el pez sino la pez.
En esta expresión, pez se refiere a la sustancia resinosa, sólida, lustrosa, quebradiza y de color pardo amarillento que se obtiene echando en agua fría el residuo que deja la trementina al acabar de sacarle el aguarrás. Por eso se utiliza esta expresión para personas que están vacías como un odre, sin nada dentro. Ignorantes por completo.
Pues como nada es lo que parece, esta alfombra tan bonita no es de lana sino de hojas. Ahora no estamos pez.
Besos.