var isMobileBrowser=false;
Un pobre chiquillo italiano de siete años ha fallecido como consecuencia de una otitis, entendiendo por tal una inflamación del oído como consecuencia de una infección, normalmente consecuencia del trabajo de algún estreptococo. La otitis es puñeteramente dolorosa, cursa con su fiebre y, las más de las veces, crea una irritabilidad de padre y muy señor mío. Su incidencia suele centrarse en los primeros años de vida de un individuo: los niños no entienden la razón de ese dolor y ciertamente se desesperan. Con antibióticos acertados y la dosis correcta, todo hay que decirlo, la infección remite y aquí paz y allá gloria. El problema de este pobre hijo es que sus padres rechazaron tratar ese problema infeccioso con antibióticos y confiaron la salud de su hijo a un extraño homeópata que quiso vencer la otitis con métodos absolutamente inservibles al estilo de gotas de agua y bolitas de anís. No conozco la característica de esos padres, su nivel cultural o su dependencia sectaria, pero claramente cometieron algo más que un error.
Nosotros, hombres y mujeres supuestamente informados y conscientes de nuestros actos, nos podemos entregar a quien queramos, pero a un niño de siete años no podemos condenarle a dolores insufribles y a una sepsis brutal que le lleve a la muerte. Valga ello también para aquellos padres que se niegan a vacunar a sus hijos, últimamente muy protagonistas de la actualidad de forma insospechada. Hay hijos que no merecen determinados padres. Ni determinados ‘médicos’, claro.
(Carlos Herrera)
Nada que objetar a las palabras de Herrera. En un momento en que la medicina y la farmacopea están alcanzando cotas cada vez más prometedoras a la hora de curar enfermedades que antes eran inmortales, es inconcebible que alguien se muera de una otitis. Pero lo que no tienen perdón es dejar morir a un niño, a tu hijo, por no querer darle un sencillo antibiótico e intentar curarla con bolitas de anís.
Está de moda de manera incomprensible hablar mal de las vacunas y de algunos tratamientos, pensando que unas hojas, que unas hierbas, que unas flores, nos pueden sanar. Cuando no había otra cosa, pase, se podía intentar, pero ahora mismo...
Estos días se está hablando mucho de un conocido presentador, bastante sensacionalista, que denostaba las vacunas y las ponía en relación con el aumento del autismo. Todos los médicos se han puesto en su contra. Como se deje de vacunar a los niños volveríamos a epidemias desterradas ya desde hace años. Como se suele decir, los experimentos con gaseosa y jamás con unos niños inocentes que además son nuestros hijos.
Hojas, flores, decorando una ventana de un edificio palmesano. Ahí si.
Besos.
Hay cosas tan absurdas que le cuesta a uno concebir que sean reales. Y a veces parece que todos nos hemos vuelto un poco locos, sin darnos cuenta que la locura es algo personal, pero si sus consecuencias afectan a la vida de otros, algo no funciona.
Primera vez que leo/oigo que alguien muere de otitis
saludos
Buenas noches .
No sabia yo esa noticia de la muerte del niño por Otitis, te soy sincero.
Pero és igual, lo encuentro una aberración tremenda que unos padres sean de donde sean , que por no sé que conflictos o religiones no quieran vacunar a sus hijos .
madre mia ...y hay muchos casos , no solo de Otitis. Y es lo que tu dices , en estos tiempo que la ciencia está tan avanzada y "todo se cura" (por desgracia de todas formas , no todo) se muera gente por falta de asistencia voluntaria .
Muy triste .
"la locura es algo personal, pero si sus consecuencias afectan a la vida de otros, algo no funciona.", como siempre, un 10 para él.
Besos con mucho calor...
está chula la foto.
Por cierto...y el plato de ayer ?...
Tienes comentarios míos desde el 20 al 26 de mayo, para que no te me quejes tanto jajaja
Ya he visto el plato de ayer, a ver si pronto te dejo algún comentario, te lo prometo jaja además, tiene buena pinta.
¡Hola!
¡Uff! menudo suceso..... Hay que pensar que esos padres buscaban lo mejor para su hijo, y en su ceguera prefirieron la homeopatía que es una pseudociencia surgida en el siglo XVIII y cuyos principios están ampliamente desacreditados, y no existe evidencia científica ninguna de su pretendida eficacia. Sobre la conciencia de estos padres pesará la desatención médica de su hijo.
Saludos.
Hay padres desde luego que están locos. Yo he de reconocer que cada vez estoy menos a favor de los medicamentos químicos, pero vamos, que recurro a ellos cuando no tengo más remedio y me vienen perfectamente para encontrarme mejor en pocos días. Abusar de todos modos no me gusta. Tengo algún episodio feo en mi familia con el tema medicamentos y lo tengo ahí bastante grabado.
De todos modos, yo como persona adulta soy libre de hacer conmigo misma lo que quiera, pero desde luego ni con mis sobrinos, hijos propios o los niños que sean haría algo semejante. Ahí seguría a piés juntillas lo que dijera el médico y trae medicamentos que ya el día de mañana si ellos deciden otras cosas ya será su problema. Pero yo no me arriesgo.
Cómo me recuerda la otitis a mi infancia. La pillábamos a veces en la playa, de bañarnos y entrarnos agua. Y sí que era jodida la cosa...
astur_82Ayer a las 23:46
eliocroca2Ayer a las 22:06
Joaki-007Ayer a las 18:55
mandarina1981Ayer a las 13:22
angela.69Ayer a las 10:18